viernes, 30 de abril de 2010

DIARIO DE VICTORIA CASTILLO, UNA HERMANA CHILENA

Lunes 15 de marzo 2010



Hola Titus


Querido amigo.


Escribo a 17 días del terremoto.

Y como siempre que necesito explayarme lo hago en un documento Word para adjuntarlo después (cuando tenga acceso otra vez a Internet) ¡Mi PC no se cayó! Fue lo único que no se cayó, ¡ah! Y el refrigerador, que quedó como a dos metros del lugar en que estaba.

Aun no termino de limpiar mi casa. Sigue cayendo tierra desde el techo. Al parecer, el terremoto removió en el entretecho una costra de tierra y hollín formada a través de los más de 100 años que tiene esta casa, que ya ha resistido 3 terremotos con este… (1939, 1960 y 2010 hace 17 días). El hollín es producto de que hasta hace unos 20 o 25 años más o menos aun corrían los trenes con calderas a carbón ( esos románticos trenes que echaban humo y tocaban una campana al pasar) pero que a su paso dejaban una estela de hollín y carboncillo, el que muchas veces obligó a mi madre volver a lavar la ropa. Esas imágenes forman parte de los recuerdos de mi niñez, esa niñez que a los 9 años también fue golpeada, sacudida y shockeada por el terremoto del 21 de mayo de 1960.

Junto con mi casa sobrevivo a otro terremoto en el mismo lugar. Despertada violentamente, otra vez, en medio de la noche. (En todo caso es mejor que haya sido de noche, se producen menos muertes…)

Recuerdo que en los 4 minutos más violentos, escondida bajo las sabanas para poder respirar y protegerme de aquello que caía sobre mi cabeza, pedía perdón a Dios por no cuidar la tierra, por vivir de manera inconsciente en tantos aspectos. No temía morir. Me asustaba todo, pero mi alma estaba en paz; al igual como testimonió el domingo una chica de la iglesia que vivía en un edificio nuevo (que se desplomó) y que cayó desde un 11º piso; (¿te acuerdas Titus?... la esquina de Carreras con Prat en donde te pasaba a buscar con mi auto? (Cuando tenía auto) Junto a la bencinera, allí justamente, hace 2 años se construyó un edificio –“Alto Río”- de 16 pisos el cual hoy es sólo escombros); en ese edificio vivía Mónica, la chica que contó su testimonio;- sentía como ella que estoy preparada para partir-.

En medio del terremoto escuché sonar mi celular ¡gracias a Dios lo encontré debajo de mi cama! Era mi hijo mayor –Mauro- que se encontraba trabajando en Concepción; tras preguntar cómo estaba, me dio la orden de levantarme como pudiera, pues estaba quedando “la escoba” (estaba todo en el suelo) y había que arrancar; él estaba en un cuarto piso, y frente a él, la playa de estacionamiento del edificio había caído sobre los autos estacionados, pero afortunadamente, él había dejado la camioneta afuera esa noche…

En medio de la oscuridad del terremoto logré encontrar mis zapatos. Yo no sabía que me había quedado encerrada en mi dormitorio (el gran librero que hay en mi habitación había caído dejándome atrapada en un mar de libros, cintas de video, cassetes y todas aquellas cosas que más aprecio…

La tierra seguía temblando y yo no lograba salir…

(También ahora -en este momento- tiembla, las replicas siguen y nunca se sabe si seguirá y será otro terremoto…)

Prosigo:- Escuché la bocina de la camioneta avisando que mi hijo ya estaba ahí ¡y yo no podía salir!…

Mientras le gritaba que yo estaba bien, intentaba abrirme paso entre los libros, en medio de la oscuridad alumbrando con mi celular…

Logré salir del dormitorio, pero ahí me encontré con un mueble modular que había caído hacia la puerta de calle. Era el mueble en el que guardaba los vasos, la loza, esas cosas… a pesar de la urgencia pisaba sobre los vidrios con cuidado (sí! iba con zapatos, fue lo segundo que recogí en medio del terremoto, (celular y zapatos). Me acerqué a la puerta para abrirla pero… ¡oh Señor! ¡Se había trabado!. Le gritaba a mi hijo que no la podía abrir; el intentaba empujarla pero no había caso; un pestillo de seguridad se había torcido y no me permitía descorrerlo. Mi hijo me calmaba diciendo “ mamá no te desesperes, acuérdate de lo que tú me has enseñado”… Ahora le tocaba a él tranquilizarme. (Mmm ¡La vida!) No se cómo, en medio de la oscuridad logré encontrar un martillo y ¡al fin pudimos abrir! Mientras la tierra volvía temblar ¡otra vez y otra vez!

Con la misma mochila que había vuelto la tarde anterior desde el Recodo (la casa de mi hijo) salí con él rumbo al Recodo nuevamente.

El puente LLacolén se había caído y tres autos se incendiaban incrustados en el hueco que había quedado…fue una odisea alcanzar el otro puente (Juan Pablo II) entre los tacos de vehículos, las replicas, las fosas que se hacían, los quiebres y levantamientos en el pavimento; cruzarlo todo en medio de las replicas del terremoto, mientras el puente ondulaba su calzada ante nuestros ojos.

Mientras escribo esto me parece que narro una pesadilla y no algo que realmente ocurrió.

… Más rato sigo. Ya descansé un poco y debo volver a trabajar, a seguir limpiando.

Martes 16 de marzo

¡Aaaaaah! Ayer cuando deje de escribir, cuando pensaba seguir ordenando y limpiando ocurrió otro sismo grado 6,8 escala “Rigter” (no se como se escribe) pero fue tremendo otra vez. Cayeron algunas cosas y comenzó otra vez la angustia, esa desazón que solo me hace decir “¡oh Señor! ¡Oh Señor!”… después siguió temblando toda la noche más o menos cada 20 minutos se sentía otro temblor y otro y otro y otro ¡es tremendo , terrible lo que se siente!. Nunca antes lo había hecho, pero por primera vez en mi vida dormí (lo que pude) con la luz y la radio prendida. Con el celular en una mano y la linterna en otra, paso revista a la mochila que tengo preparada para el caso que avisen alerta de tsunami como el otro día. Vivimos días angustiosos. Y yo hace una semana que volví a mi casa y experimento todo esto (las replicas que siguen y siguen) sola con mi Señor. Imagino unas alas enormes que me cubren y su abrazo que me conforta en medio de todo. Entonces, su paz se manifiesta en ese bienestar que lo abarca todo y me inunda ese SHALOM, que es “no necesito nada más”¡aaaaaah! ¡que maravilla sentirme amada así!

Por otro lado, seguramente tú ya te enteraste por las noticias que el día domingo 14 en la noche tuvimos un “black out” , un apagón que afectó casi a todo Chile. Las líneas telefónicas colapsaron me asomé a la puerta de calle y por primera vez pude ver aquí en medio de la ciudad el cielo estrellado ¡impresionante!. Luego comenzaron a aparecer patrullas de soldados y pronto llegó la hora del toque de queda. Algo me hacía recordar los tiempos de la dictadura, la tiranía… el miedo, la sensación de amenaza, pero no sabes de qué. Es tiempo de pruebas.

Hoy hemos estado todo el día sin agua. Hay muchos lugares que no tienen agua desde el día terremoto. Aquí la cortaron ayer para arreglar unas matrices rotas, pero con el sismo de anoche empeoró todo y ahora después de más de24 horas está comenzando a llegar un hilito de agua nuevamente.

Sabrás que los días que siguieron al terremoto hubo saqueos, en los supermercados y después siguieron con las tiendas; era como estar en guerra; y en un momento me encontré en medio de “la línea de fuego” cuando fui a visitar a mi hermana mayor ( Nena de 80 años) que vive en Hualpén (en otra comuna). A los saqueadores no les bastó robar, después le prendían fuego a los supermercados y a las tiendas; algunos incluso murieron dentro mismo, no alcanzaron a escapar. El supermercado Unimarc que estaba aquí cerquita de mi casa ya no existe: saqueado y quemado

Son días muy difíciles. Hoy está comenzando a lloviznar y hay mucha gente durmiendo en carpas de campaña. Mi casa se abrió en una esquina y temo que el frio y la lluvia se cuelen por la abertura que quedó. Pero estoy pidiéndole a Dios que me envíe unos ángeles que me ayuden reparar esto antes que comience a llover más fuerte y haga más frio…

¡Ay Titus! Tendría para escribir un libro con todo lo que estamos viviendo en estos días. Pero tengo claro que hay personas que están mucho peor que yo. En la iglesia bautista hay 6 familias sin casa. Gente que lo perdió TODO. El edificio de la iglesia resistió incólume el terremoto. Dimos gracias a Dios por quienes lo construyeron.

Ahora son las 11 de la noche y doy gracias a Dios que ha sido un día más calmado. Los temblores de hoy han sido cortos y suaves ¡que alivio! ¡Ojala podamos pasar una noche más tranquila!

Miércoles 17 de marzo

Esto ya parece un diario de vida. Pero ya que no tengo a nadie más cerca, me desahogo escribiendo. Ojalá no te aburra y puedas entender mi necesidad de compartir contigo lo que estoy viviendo…sintiendo…

Hoy ha sido un día más tranquilo. Las replicas han sido más distanciadas y menos violentas (la mayoría). Cuando son muy fuertes (entre 5 a 6 grados) corro a desenchufarlo todo, corro revisando todo y me siento a la orilla de la cama con el celular y la mochila a la mano. Habilité un lugar de refugio en el closet de mi dormitorio que es el lugar aparentemente más seguro de toda la casa (el peligro está en la calle, un poste de la luz que está carcomido y un montón de cables que penden de él) . Allí (en el closet) tengo un saco de dormir, una silla plegable y dos botellas de agua. (todo esto me hace recordar ahora el libro “El diario de Anna Frank” ¿lo leíste?... claro que yo no sufro las restricciones que ellos sufrieron , pero esta situación de inestabilidad, de amenaza , de alguna manera me hace recordar esa historia tan triste.

Mauro, mi hijo mayor, vino hoy a verme y me trajo algo de fruta y café que no tenía.

El otro día un vecino me regaló unos panes.

Esta tragedia ha servido para constatar los valores de cada un@...

El toque de queda se ha acortado; comienza a las 11 de la noche y se levanta a las 7 de la mañana siguiente. (Los primeros días comenzaba a las 6 de la tarde y se levantaba a las 10 de la mañana) Todo esto por los asaltos y saqueos que se produjeron los primeros días.

Hay restricción vehicular de 3 dígitos cada día. Y hoy se prohibió el paso de camiones por el Puente LLacolén ( es el único que está habilitado, después que se levantó un puente mecano en lugar del trecho que cayó la noche del terremoto). Hay muchas calles por las que no se puede transitar previniendo caída de muros o vidrios por las replicas que se producen en cualquier momento.

Hay un edificio que está por caerse en la calle O”Higgins. Aun estaba a medio vender, sus departamentos, era un edificio construido principalmente para oficinas y consultas médicas; en la distancia se ven las sillas colgando los vidrios quebrados y el edificio doblado en la mitad como inclinado ante las fuerzas de la naturaleza.

En las villas los vecinos se han organizado para vigilar por las noches; aquí en mi barrio yo estoy sola y me repito “el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende” y luego canto “Tú has sido fiel, Tú has sido fiel, siempre has sido fiel”.

Paso todo el día con la radio encendida. Bío Bío , la radio, se ha transformado en mi compañera, (puedes encontrarla en Internet )y la noche del apagón me sentía un poco confundida por no saber qué pasaba y a qué horas terminaría (me ha hecho falta una buena radio a pilas), pues las líneas telefónicas colapsan. Desde antes del terremoto, había comenzado a ahorrar para comprarme un Noteboock, y todo esto lo confirma, cuando he visto personas con sus computadores funcionando con el sistema de Internet inalámbrica y con baterías ¡Ah tiempos modernos!.

Ya mi casa se ve un poco más limpia y ordenada aunque hay algunas cosas que no me atrevo a colocar en su lugar por temor a que vuelvan a caer.

También en los ratos que descanso voy seleccionando algunas fotos para mostrar en parte cómo estamos/estoy viviendo este tiempo…

…¡Acaba de temblar! (son las 10 de la noche) Un violento remezón sacudió una vez más la tierra (5,1 Grado Rigter) con el epicentro muy cercano a Concepción según está informando la radio. Quedé asustada. Mañana seguiré escribiendo… si Dios lo permite.

Jueves 18 de marzo

Cada día me siento más cansada, resisto menos horas de trabajo. Son la 20 hrs. Y mis hermanos pentecostales inician su culto cantando “Oh yo quiero andar con Cristo, oh yo quiero vivir con Cristo; oh yo quiero morir con Cristo, quiero serle un testigo fiel” ¡Gloria a Dios , gloria a Dios, gloria a Dios para siempre. Y yo digo ¡Amen!

Parece que no conté que la primera semana siguiente al terremoto estuve en el Recodo, adonde también llegó mi hijo menor Franco (su departamento aun no tiene agua, ni luz). Después yo me vine, pues sabía que en mi casa todo estaba en el suelo. Cuando pretendí comenzar a limpiar tuve una crisis de angustia, no sabia por donde comenzar y me sentía muy sola. Llamé a mi hermana Laura (te acuerdas de ella ¿verdad?, ahora vive a dos cuadras a la orilla del mar, camino a Coronel…Laura siempre me pregunta por ti) ella vino con su hijo y su nuera para ayudarme. Más tarde llegaron mis hijos. Eso fue un gran alivio. Al principio todo era botar en cajas y cajas lo que se había quebrado y después limpiar, lavar y volver limpiar y volver a lavarlo todo una y otra vez. Eso es lo que aun sigo haciendo cada día desde que me levanto. Todo se hace más pesado pues mi lavadora está mala y debo enjuagar todo a mano. Pero cada día se va viendo todo mejor. Tengo luz y agua y eso es un privilegio que no todo el mundo tiene en estos días. Los primeros días en el Recodo, se echaba a andar un generador de corriente por 4 horas para que la gente pudiera cargar sus celulares, baterías, etc. Y los bomberos iban a dejar agua en las piscinas que los vecinos colocaron en los antejardines. Así sigue viviendo mucha gente en muchos lugares. Yo doy gracias a Dios cada vez que me puedo duchar.

Lo del maremoto o tsunami tú ya lo sabes. Dichato desapareció, el hotel que tú conociste, en donde hacíamos los retiros de mujeres, no queda nada de todo eso; y Talcahuano quedó hecho una maza hedionda de barro con agua de mar, aguas servidas en las calles, barcos incrustados en medio de la ciudad. Muchos muertos y muchos desaparecidos. Cada día aparecen cuerpos hinchados, en descomposición entre las ruinas y el descampado. La gente en los cerros aun no tiene agua. Todo es ruina y desolación.

El primer (y único) día que fui al centro, caminaba como sonámbula. Me parecía una pesadilla lo que veía. Hay muchos edificios que cayeron y otros que están colapsados y son un peligro… Tuve que hacer cola en la farmacia para comprar mis medicamentos. Los dueños de farmacia aprovechan una vez más y estafan con los precios. ¡Nada que hacer! Solo hay que pagar…Me senté un rato en la plaza mientras oía la misa que se oficiaba en las afueras de la Catedral, no sabía que pensar…¿y ahora qué?...tomé unas fotos a la pileta que está al centro de la plaza, la diosa Ceres quedó inclinada. Después me vine caminando lentamente, descansando a trechos, observando el desastre en mi ciudad.

Amigo querido, faltaría tiempo y palabras para describir todo este desastre, la inestabilidad que se siente en cada replica por el temor a que sea otro terremoto. Mi temor no es a morir sino a quedar mal herida o a morir ahogada en un tsunami… es el paso a la muerte el que me asusta. Cada noche doy gracias a Dios por la vida y me encomiendo a él mientras acomodo una especie de carpa sobre mi cabeza para que no me caiga tierra por las replicas que se producen todas las noches y durante el día.

Ojalá mañana viernes pueda acceder a Internet y enviarte esta carta y algunas fotos.

Pensando eso, me despido y autorizo si quieres compartir este testimonio con otras personas, para que se enteren lo que está siendo este terremoto en Chile. Digo esto, por que el otro día me encontré con un artículo en Lupa Protestante (una Revista digital) de alguien que por defender del olvido la situación de Haití, nombró al pasar el terremoto en Chile como algo sin mayor trascendencia; y eso me dolió mucho. Sí, yo se que lo de Haití es terrible, pero no lo es menos el dolor y la angustia de tanta gente chilena que perdió a sus seres queridos y además se han quedado en la calle, solo con lo puesto. Hay que vivirlo para saber.

Amig@s, herman@s oren por este país y su gente que está sufriendo y temiendo además, el otoño e invierno que se acerca.

Cariños para cad@ un@ de ustedes.

Shalom

Viky

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