miércoles, 27 de mayo de 2015

NOTICIAS DE COLOMBIA

CUANDO EN LAS MATEMÁTICAS DIVINAS 14 SON 16… ¿Ó MÁS?

Un grupo de 13 mujeres de diferentes iglesias cristianas y organizaciones que trabajan en derechos humanos y construcción de paz en el país, formamos  parte de la delegación nacional de ECAP[1] durante la Semana Santa del 2015. Esta delegación centró su acompañamiento en la comunidad campesina de  El Guayabo, corregimiento de Puerto Wilches, Santander, Colombia.
Esta comunidad está compuesta, aproximadamente de 250 familias que desde hace más de 28 años habita en la región a orillas del Rio Grande de La Magdalena y que desde el 2002 lucha por su permanencia en el territorio, resistiendo el  desalojo ilegal por parte de la policía nacional y las fuerzas militares quienes se han confabulado y parcializado a favor de un señor que se declara poseedor y heredero  ellas, sin haber vivido jamás en las mismas.
Para llegar a El Guayabo viajamos río arriba desde el puerto en Barrancabermeja por 2 horas y media  por el majestuoso, aunque contaminado  Río de La Magdalena, y en chalupa[2]. Al llegar a esta bella comunidad fuimos recibidas por un grupo de personas entre ellos niñas y niños con pancartas de bienvenida y textos bíblicos. Sus sonrisas, alegría, barullo me recordaron que estaba tocando un suelo sagrado, habitado por personas con sueños, esperanzas. Sentí  que nos recibían ángeles afirmando y celebrando nuestra entrada a este territorio sagrado y como un presagio de Su  presencia y acompañamiento permanente en la comunidad y con nosotras durante estos días que denominamos “semana santa”, por lo tanto estábamos en “lugar santo”, territorio sagrado.
Y digo territorio sagrado, porque las personas que allí habitan son campesinos, hombres, mujeres y niños que luchan por sus tierras que es como decir que luchan por sus vidas, porque eso es la tierra para los campesinos: su vida y la vida es sagrada. También porque la comunidad estaba todavía en duelo por la pérdida de tres integrantes  que habían partido de esta tierra debido a un accidente de chalupa.


Fuimos recibidas, hospedadas y alimentadas en los hogares de algunas familias que nos acogieron amorosamente y de esa manera nos fuimos conociendo, escuchando  sus historias de luchas, y donde de una u otra forma sentía la protección y presencia de esos mensajeros divinos.
Junto con la comunidad organizamos y realizamos dos momentos: una oración pública y una procesión por todo el casco urbano finalizando con una liturgia, donde exorcizamos el miedo, la des-unión, las venganzas, los odios, para dar paso a la unión, a la armonía, a la lucha unida de todos y todas.
Así que continuando con la sensación de estar en territorio sagrado menciono lo siguiente y que me impactó profundamente: el jueves santo algunos líderes de la comunidad pidieron el acompañamiento de ECAP en una de las parcelas mientras el tractor removería la tierra para posibilitar la siembre de maíz. Así que las 2 personas que lideraban la delegación los acompañaron. Hubo un momento en que el hombre que está detrás de estas tierras inició una serie de improperios contra los campesinos y los dos Ecaperos,  pero  una frase de él nos caló profundamente. El gritó:   “donde están los 16 chalecos azules[3] que ayer vinieron…” el grupo total de la delegación eran 14 “chalecos azules” y fue ese número el que estuvo presente  durante la oración pública según nuestras matemáticas, porque en las matemáticas divinas y lo que este hombre vio fueron 16.
 Esto me recordó 2 de Reyes 6:17 cuando el rey de Siria envía ejércitos con caballería y carros sitiando la ciudad y sus habitantes, cuando el siervo del profeta Eliseo ve esto le dice: Maestro que hacemos? Y Elíseo le responde; “No temas,  los que están con nosotros son más que ellos” Creo que  él vio lo que nosotros no vimos (aunque lo habíamos sentido), en esta ocasión los ojos de este hombre fueron abiertos para ver más allá que los demás.
¡Cómo me gustaría que él leyera esto! Porque allí hubo una manifestación divina o epifanía para él: se le permitió ver más allá para que entienda que su pelea no es con los campesinos de El Guayabo, sino que su pelea es literalmente con Dios.
¡Cómo me gustaría que entendiera esto!, que esta epifanía  le está diciendo que aunque Dios le ama a él también, Dios  no está de acuerdo con sus acciones, es decir aliarse con los poderosos, con los fuertes para despojar, humillar al pobre, quienes son sus hermanos y hermanas, ellos no son sus enemigos. Que El está y estará a favor siempre de los que sufren y viven persecución, exclusión, despojo. Porque nuestras acciones buenas o malas hacia nuestros hermanos  es como si lo hiciéramos a El (Mateo 25:40).
Será que él sabrá esto? Será que entendió esto, que su pelea es con Dios? Que Dios está de parte de los que claman por justicia, de los campesinos, de los que luchan por la vida: por sus tierras. Será que al igual que el siervo de Elíseo se le permitió ver con otros ojos y ver 16 “chalecos azules”? será que los ángeles en estos actos de solidaridad se colocan los “chalecos azules”?Espero profundamente que lo entienda, que está peleando y reclamando lo que no le pertenece, que su pelea no es con los campesinos de El Guayabo, sino con Dios, su creador, su hacedor, que también le ama. Y finalmente creo que Sí que en las matemáticas divinas 14 es 16.. ¡y más!

ALIX LOZANO




[1] Equipos Cristianos de Acción por la Paz, quienes acompañan (hacer presencia) con comunidades campesinas en el Magdalena Medio en Colombia.
[2] Embarcación pequeña con cubierta y motor y que es uno de los medios de transporte por el río.
[3] Es la referencia a los chalecos de color azul distintivo de ECAP