martes, 4 de mayo de 2010

Queridas lectoras/es compartimos una reflexión que llegó de México, escrita por un pastor Menonita

¡Nos urgen santos revolucionarios!
Victor Pedroza Cruz
 
“Hoy se necesita una mezcla del santo y el revolucionario,
Esto es, hombres y mujeres que posean simultáneamente
La humildad y la pasión del santo clásico y la “entrega” y
el realismo político del revolucionario” Arthur Koestler
 
Recientemente me impactó la opinión de un sociólogo, que al hablar sobre el incremento de la violencia y el imperio del narcotráfico entre los jóvenes de México, dijo: “se necesitan modelos, pero no los hay. Modelos de autoridad moral y de congruencia de vida, pero no los hay. ¿A quién entonces, recurrirán los jóvenes?” Yo desde luego pensé en nosotros, los cristianos evangélicos que nos ufanamos de poseer la Verdad. Pensé en el estado actual del movimiento evangélico y pensé sobre todo, en los hombres de corbata fina que lo dirigen.
 
Como pastor, maestro, consejero y terapeuta pensé en todos aquellos casos de abusos sexuales,  manipuleos psicológicos,  chantajes religiosos, robos de las ofrendas y  fraudes con los bienes de las iglesias, donde he tenido la enorme responsabilidad de intervenir para traer la paz y la restauración, pero donde lo que menos se quiere es arrepentirse y pedir perdón.
 
Pensé en personas lastimadas, iglesias heridas y deshechas y pensé en la gran religiosidad y espiritualismo con que pretendemos tapar nuestros pecados.
 
El movimiento evangélico mexicano no está muerto, al contrario vive y sigue en ascenso, cada día deseando ser más y más y un día, por qué no, convertirse en la iglesia mayoritaria  (¡Dios no me permita ver ese día!).
 
Hay un activismo imparable entre nosotros “congreso” tras “congreso” (por cierto que, en mi corto entender, yo entiendo que un Congreso es donde se van a exponer temas que quedan a su vez sujetos al análisis, la crítica, la discusión, la corrección y el acuerdo. Pero en los llamados “congresos” cristianos sólo se va a recibir “mas de lo mismo” y es imposible interpelar al que expone, pues no se puede estar en contra del “ungido del dios”), ¡Y todo gira en torno a la prosperidad y al éxito!
 
Líderes de éxito, iglesias de éxito, mujeres de éxito que ocupan asientos según puedan pagar: “reinas”, “princesas” y “guerreras”, pastores exitosos v.i.p., proyectos de éxito. El cristianismo ha mutado a ser una sociedad exitista y efectista obnubilada por mammón. ¡El pragmatismo más rapaz campea entre nosotros!, y a ese pragmatismo se le cubre de “Visión” (con V), ¡hasta hay cursos que enseñan como tener visión! Luego los prosélitos de esos personajes van a aprendiendo de sus maestros a ser “profetitas” y “apostolitos” pero, ¡son insoportables por su arrogancia y soberbia! A veces cuando estoy en una empresa u oficina veo dos placas en algún lugar: “Nuestra misión y nuestra visión”, luego cuando voy a las iglesias veo las mismas placas. Hace ya muchos años que la educación bíblico teológica ha dejado de marcar nuestros pasos, hoy son los administradores de empresas, financieros, gerentes, expertos en negocios, quienes dirigen los proyectos que, no se si llamar eclesiales.
 
Luego, los cristianos se rasgan las vestiduras por la aprobación legal del aborto o los matrimonios gay; pero no tienen la misma actitud de escándalo por la brutal explotación de unos cuantos dueños del poder y del dinero sobre la inmensa mayoría y que atentan contra la vida. Los evangélicos ya han condenado al infierno a los homosexuales, pero ellos no han resuelto y desde luego no quieren resolver la “cristiana” misoginia, no les preocupa la violencia que los  machos ejercen contra las mujeres, los jóvenes y los niños, ¿Cómo llamar a la conversión (¡conversión en heteros machos y heteros sumisas desde luego!) a los homosexuales cuando son tan intolerantes y homo fóbicos y sus códigos de contaminación y pureza no se los permiten?
 
Luego se escandalizan por lo que llaman intolerancia y persecución religiosa en Chiapas, pero callan cuando los perseguidos le hacen lo mismo a los perseguidores. Otra vez, hacen congresos de espiritualidad extrema (¡sic!) en ciudades azotadas por la violencia del narcotráfico y asesinatos de mujeres, pero no hay ninguna palabra profética contra esas impiedades e injusticias. Se gozan de que haya legisladores “cristianos” los cuales, una vez estando en el Congreso se olvidan del pueblo, se olvidan de todos y sólo sirven a los a los nefandos intereses de sus partidos y todo eso se cubre con una gran manto de religiosidad y espiritualismo.
 
Por eso quede sorprendido por la afirmación del sociólogo aquél y reconocí con espanto que nos faltan paradigmas, es decir modelos vivos.  Santos que no quieran enriquecerse a costa de la iglesia (es decir, de los pobres). Revolucionarios que no anden del brazo con los gobernantes y que no se rompan las vestiduras porque el estado decidió ser laico y no confesional. Santos que no sueñen con su imperio religioso personal (y que no mantengan a sus iglesias en la ignorancia y al analfabetismo bíblico). Revolucionarios que no se sitúen en una esfera de supremacía como extraterrestres inasibles. Santos que no se paseen en hummers custodiados por guaruras y su guardarropa sea de las mejores marcas. Revolucionarios que no abusen del poder y no aterroricen a sus congregaciones con la amenaza de la maldición divina. Santos Que junto con el pueblo sean seguidores de Jesucristo. Revolucionarios que sepan que es hora de dejar de amar el mundo y sus cosas y seguir a Jesús en la vida.
 
¿Es posible? Desde luego puesto que Jesús ya nos marcó el camino. Sin embargo, para fundamentar “bíblicamente” sus “visiones”, prefieren recurrir a los ricos del Antiguo Testamento: Abraham, Jacob, Salomón y Jabes entre muchos, aunque claro, evitarán a Isaías, Miqueas, Amós, Elías y Eliseo. Pero, el Modelo de todos los modelos, para todos los tiempos es Jesús de Nazareth y fuera de El no hay ni habrá otro. Los conversos del Nuevo Testamento y la generación del segundo siglo así lo entendieron.
 
El Maestro no se obnubiló ante el poder la riqueza y la fama. Varias veces tuvo la oportunidad de formar su megaiglesia pero rechazó la idea. Se rehusó al espectáculo público no una, sino muchas veces (“Haznos una señal”). Rechazó  una cultura opresiva e indigna que atentaba contra los pobres, los extranjeros, las mujeres, los niños, los enfermos y los indígenas. Nunca se impresionó ante la pompa y el boato de la religión. Una vez, sentado frente a “un templo digno del Señor” dijo que de eso no quedaría piedra sobre piedra. Se refería desde luego, a la cristalería, las alfombras, las cortinas, los negocios anexos que suelen llamarse “ministerios” iniciando él el derrumbe expulsando a los mercaderes. Nunca recurrió a la violencia pretendiendo resolver conflictos y tampoco echó a los que se le oponían. Tampoco hizo promesas fuera de toda realidad. Ni prometió una vida maravillosa ni la prosperidad económica. En cambio sí, la vida abundante, ríos de agua viva brotando de su interior, una vida llena de sentido y significado. Prometió bautizarnos con el Espíritu Santo y lograr el milagro de una comunidad nueva formada por humanidad nueva. Como ven, no estoy citando versículos, pues es preferible que por un tiempo dejen de oír a los llamados “apóstoles”, vayan a los cuatro evangelios y lo constaten por ustedes mismos.
 
Estoy muy preocupado por el movimiento evangélico. Lo estoy. Pero afortunadamente si existe la comunidad nueva, la comunidad del Espíritu, la comunidad escatológica que sigue al Mesías Jesús en la vida. Esta es la comunidad de las ovejas puestas a su derecha que heredará el Reino de su Padre. Es una comunidad que se distingue por su estilo sencillo de vida que, antes de buscar a los mercaderes que les piden “sembrar dinero, relojes de oro, anillos de diamantes, terrenos, casas para cosechar bendiciones” y que hasta cínicamente dicen: “¿para Dios o para mí?”, La comunidad del Mesías vive entregada en constante donación, renuncia, gozo en el Espíritu Santo, es la comunidad que no teme contaminarse, que busca a todos, que no selecciona. Los pastores de esas comunidades se consideran hermanos, porque la Palabra dice clarísimo que la unción del Espíritu le pertenece a todos los redimidos y los ministerios los ejercen todas y todos. Los pastores y/o pastoras se consideran hermanos de sus hermanos, tendrán quizá un poco más de responsabilidades. Pero su gozo está en ver a las comunidades “creciendo en todo” hacia la estatura de Cristo. Son comunidades en amor desbordado hacia sus prójimos. Tendrán problemas y conflictos, pero los resolverán en amor, buscando el arrepentimiento, otorgando el perdón y restaurando, reconciliando ¡nunca expulsando a los disidentes y pecadores!. Es una lástima que esas comunidades son una minoría, pero existen, porque si no, el cristianismo sería un timo.
 
¿Es tan difícil entender que Jesús es el Modelo para toda la vida?
 
Muy recientemente un grupo de hermanas y hermanos nos organizamos para visitar una comunidad indígena en lo profundo de la sierra negra de Puebla. Hermanos de diversas iglesias evangélicas. Para ir, todos pusieron su dinero, su tiempo, sus talentos. Estuvieron dispuestos al sacrificio de dormir incómodos, no bañarse por tres días, comer poco y lo que había, trabajar muchísimo, médicos, enfermeras, maestras de niños, payasitos, hermanas con el don de repartir con liberalidad, cocineras, etc, ¡que preciosa gente! Visitamos una comunidad indígena no conversa. Ellos, los indígenas, nos recibieron con mucho cariño y entrega y difundieron que “los hermanos llegaron a visitarnos”. Bueno, pero el chofer de nuestro autobús me dijo: “recientemente llevé a un grupo a una convención de apóstoles. Yo veía que cada apóstol además de lo que hacía,  soplar y tirar a la gente llenaban cubetas y cubetas de dinero. Pero ustedes han venido hasta acá para dar, ¡que diferencia!”
 
Jesús dice: “Y el que no lleva su cruz y y viene en pos de mí no puede ser mi discípulo… así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo”.
 
Nos urgen santos llenos de pasión por la oración, la espiritualidad, la alegría de una vida sencilla Necesitamos profetas revolucionarios que mientras anuncian el evangelio del Reino también denuncien el sistema-pecado y no tengan miedo a trastornar el mundo con la ética de Jesús Mesías.
 
Entonces, ¿Cómo responderemos al llamado del Maestro?
 
Victor Pedroza Cruz

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