miércoles, 22 de febrero de 2012

TESTIMONIO

Pedaleando por Palestina.


Sarah Thompson02/01/2012
Traducción AMLAC.
Sarah ThompsonSarah Thompson esta actualmente sirviendo como trabajadora del CCM en SALT (Sirviendo y Aprendiendo Juntos) en Sabeel, el Centro Cristiano Ecuménico de Teología de la Liberación. Ella está graduada del Bethany Christian High School (Goshen, Indiana, USA), del Spelman College (Atlanta, Georgia) y del Associated Mennonite Biblical Seminary (Elkhart, Indianda). Su iglesia es la Prairie Street Mennonite Church en Elkhart, Indiana.

“Shu hadda?” un niño grita mientras yo me deslizo con un zumbido camino al trabajo en Sabeel. “Fi baskalet!” responde su compañero mientras ambos rien y señalan en mi dirección. Aunque muchas mujeres extranjeras que trabajan para organizaciones internacionales se siente frustradas por la atención indebida que reciben en las calles, yo no estaba siendo acosada por estos muchachos.
Era mi bicicleta la que había captado su atención. Con llantas del diámetro de una pelota de baloncesto y un travesaño muy bajo cerca de la calle, mi pequeña bici Dahon Presto es un espectáculo poco común. Toda la maquina puede caber en una sola pieza en una maleta para aeropuerto. En efecto, asi es como me la traje como a Jerusalén desde Elkhart, Indiana.
Andar en bicicleta por todo Jerusalén me ofrece una perspectiva única. Es un método lento de transporte, sin embargo puedo llegar a todos los lugares que deseo. En primero lugar, la uso para ir y volver al trabajo en Sabeel, donde ayudo en la investigación para el próximo libro del director Naim Ateek, edito y escribo para Sabell Wave of Prayer (un email de envío semanal a más de 4.000 personas de todo el mundo que están comprometidas a orar y trabajar por la paz y la justicia en Palestina-Israel). Mientras pedaleo de un lado de la ciudad, veo mujeres en el hiyab, hombres bebiendo té. Del otro lado de la ciudad, observo turistas perdidos y jóvenes con largos rizos balanceándose en los patios de juegos.
La bici solo ha sufrido un resbalón y caída (uso casco) y fue robada una vez. Cuando algunos jóvenes se reunieron para tomarla de la parte de atrás del autobus (aún en la estación) donde yo la había doblado y guardado, el conductor saltó del autobus y corrió tras ellos gritando “Haalako” “Suéltenla”. Ellos la dejaron caer y corrieron. Todo el resto de las personas en el autobus les gritaron también, y comprobaron para estar seguros, yo estaba bien. “Haram!” dijeron, una palabra árabe que significa “prohibido”, o más directamente “no way Jose!” (trad.: “de ninguna manera Jose”. Me gustó mucho el sentido de comunidad espontáneo que sentí esa tarde. Fue un recordatorio de cuan cálida y hospitalaria la gente de Jerusalem ha sido conmigo, uno de las/los tantos voluntarios extranjeros aquí.
Al menos dos veces a la semana, pedaleo para conectarme con judíos israelitas y árabes en una clase de gimnasia. La clase es en el gimnasio al otro lado del pueblo de dónde vivo, trabajo y asisto a la iglesia. Es un largo viaje que implica andar en bicicleta, doblar la bici y subir a un autobús, evadir carriolas de bebes, caminar, compartir vehículos y algunas veces un paseo ligero en tren. Cada uno de los segmentos de este viaje me lleva a través de los muchos mundos que se chocan aquí, religión judía, cristianos palestinos, judíos seculares, musulmanes, colonos judíos, judíos Haredim, barrios de Ashkenazi (judíos europeos), sefaradíes (Oriente Medio), y judíos etíopes y africanos. Moverme en esta variedad de espacios es una opción política y teológica que yo hago.
Cada decisión que uno hace aquí es política y teológica. Es de este modo dondequiera que vivamos, pero aquí se siente de manera más aguda. La decisión de montar mi bicibleta en los Estados Unidos está conectada con lo que está sucediendo en esta región, en términos generales. Andar es bicicleta es parte de mi decisión de vivir lo más sencillamente posible, y cuidar la creación mediante la reducción de mi consumo de petróleo. Asi como espero que más biciletas pueblen las calles de Estados Unidos – reflexiono para mi – Espero que mi ejemplo inspire a más habitantes de Jerusalén a adoptar la opción de montar en bicicleta también. En Arabia Saudia, algunas mujeres se visten como hombres para poder montar sus bicicletas en público. Es genial poder viajar en bici por Palestina sin trabas. Puedo procesar la gran cantidad de experiencias que vivo aquí mientras zigzageo velozmente a traves de horas de tráfico, de paragolpes contra paragolpes en la ciudad cada mañana.
La bicicleta además es una gran comenzadora de conversaciones, provocando que los extraños se acerquen y me hablen. Me preguntan que hago aquí, y les cuento que soy una discípula de Jesucristo, y cómo esto me empuja a trabajar por la justicia de forma no violenta y el shalom/salam. He hecho muchos amigos aquí por la bicicleta.
En un momento mi bicicleta necesitó reparación, y tratar de limpiarla y repararla en una Jerusalén dividida merece una historia completa en si mismo!. Simboliza para mi todo lo que es hermoso y lo que está quebrado en esta tierra. Finalmente conseguí que la reparen y continúo pedaleando por todos lados, sonriendo a los transeúntes soprendidos y minimizando mi huella de carbono mientras trabajo en mi tarea en SALT!.
Para más información sobre el programa SALT ir para ver puestos disponibles para jóvenes adultos año 2012-2013 visite: salt.mcc.org

sábado, 18 de febrero de 2012

TEOLOGÍA

 
      
REFLEXIÓN

Juan Sánchez,

El divorcio, una pastoral evangélica

Escrito el 13 febrero 2012 por Juan Sánchez
Introducción.
Lo primero que debo decir es que no creo en el divorcio… creer, sólo se cree en Dios.
En segundo lugar, me alegra que en este encuentro de pastores y líderes de nuestras iglesias,  hayamos decidido estudiar cómo abordar pastoralmente este problema tan complejo y doloroso.  A pesar de las posibles diferencias que puedan existir entre nosotros, creo que lo que realmente nos ha llevado a tratar este tema es precisamente el deseo de encontrar algunas ideas pastorales que puedan ayudarnos, como iglesias hermanas, a afrontar las situaciones de divorcio que, cada vez más frecuentemente, se nos presentan.
Así que mi estudio tiene una perspectiva pastoral; y, como veréis, esta preocupación pastoral es la que preside y guía todo mi estudio.
Pero antes de empezar con el desarrollo del tema, dejadme compartir los dos principios que han guiado mi estudio; principios que ya estaban presentes cuando comencé, pero que se han ido confirmando a medida que avanzaba.
¿Y cuáles son estos dos principios?
El primero es un principio pastoral, que yo he llamado el principio “del dolor de Dios”; y el segundo es un principio hermenéutico, que yo he llamado el principio “del corazón de Dios”. Creo que estos dos principios son los que sustentan todo el planteamiento sobre el divorcio que encontramos en la Biblia, y los que pueden hacer que consigamos llegar a un acuerdo acerca de cómo tratar pastoralmente en nuestras iglesias este asunto tan doloroso y, a veces, tan complejo.
Un principio pastoral: “El dolor de Dios”.
Aunque a primera vista no lo parezca, creo que detrás de la legislación sobre el repudio en el Deuteronomio hay una básica y fundamental preocupación pastoral, que refleja lo que es la actitud fundamental de Dios por su pueblo, la actitud del pastor que cuida y protege a sus ovejas.
En muchos textos del AT, Dios es comparado con ese pastor.
Is. 40: “Consolad, consolad a mi pueblo… aquí llega con fuerza el Señor Dios… conduce a su rebaño como un pastor, lo va reuniendo con su brazo, lleva en su regazo a los corderos, va guiando a las que crían”.
Ez. 34: “Esto dice el Señor Dios: Yo mismo buscaré a mi rebaño y velaré por él… las apacentaré en pastos deliciosos… Yo mismo reuniré a mis ovejas y las apacentaré… buscaré a las ovejas perdidas, y haré volver a las descarriadas; vendaré a las heridas y robusteceré a las débiles. Por lo que respecta a las fuertes, las apacentaré como se debe”
Pues bien, podríamos resumir esta actitud de Dios, como pastor de su pueblo, diciendo que Dios hace suyo el sufrimiento de su pueblo, se compadece de él y busca, por encima de todo, cuidarlo, protegerlo, alimentarlo, guiarlo…. De ahí que yo haya llamado a este principio pastoral: “el dolor de Dios”.
Creo que este principio pastoral enuncia una actitud fundamental de Dios para con su pueblo; no es la única, pero creo que es una de las más determinantes; tan básica, que si la perdemos de vista, si la pasamos a un segundo plano, no entendemos  bien el modo en que Dios se relaciona con su pueblo.
Veamos cómo este principio pastoral del “dolor de Dios” está detrás del texto de Deuteronomio sobre el repudio. Dice así Deut.24,1:”Si un hombre se casa con una mujer, pero luego encuentra en ella algo indecente y deja de agradarle, le entregará por escrito un acta de repudio y la echará de casa. Una vez fuera de la casa ella podrá casarse con otro hombre”.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que esta ley no debe ser llamada con propiedad una ley del repudio, es decir, no es una ley que obligue a nadie a repudiar a su mujer. No dice que debes repudiar a tu mujer, ni tampoco dice cuándo debes hacerlo, simplemente parte del hecho de que el repudio existe en la sociedad israelita. Por lo tanto, si hablamos con propiedad, esta ley debe llamarse “ley contra el repudio” o “ley sobre el repudio”; pues parte de una realidad muy dura, parte de una realidad injusta y abusiva: la capacidad que tiene el hombre, y sólo el hombre, en un matrimonio patriarcal, de echar a la mujer de su casa.
Como nos dice el texto, si un hombre encuentra en su mujer algo indecente, algo que le desagrada, puede echarla de casa y mandarla a su casa paterna hasta que encuentre otro hombre que quiera desposarla. Y es que la mujer, en este tipo de sociedad donde la unidad básica es la familia patriarcal, siempre debe depender de un hombre, es una persona inferior, sin independencia ni autonomía personal, es decir, no puede tomar ninguna decisión por sí misma, y siempre dependerá jurídicamente de un hombre, primero del padre, después de su marido; y si éste la repudia, debe volver a la casa paterna y depender de su padre, si vive, y si no, de su hermano, pero ella nunca es considerada como una persona con los mismos derechos que un hombre.
¿Qué pretende entonces esta ley?, simplemente proteger mínimamente a la parte más débil del matrimonio, en este caso a la mujer, para que en caso de verse repudiada, tenga al menos la posibilidad de rehacer su vida y poder comenzar de nuevo.
Detrás de esta ley hay un principio pastoral, detrás de esta ley está “el dolor de Dios”, que hace suyo el dolor de la mujer repudiada y establece unas condiciones mínimas que garanticen su futuro.
El texto de Deuteronomio viene a decir al varón: “Ya que abusas de tu posición de dominio, ya que puedes convertir a la mujer en una propiedad tuya que usas a tu conveniencia, ya que cuando no la quieras tener más a tu lado, puedes prescindir de ella y echarla de tu casa; dale al menos un documento oficial que le permita demostrar  a la sociedad que no es de tu propiedad, pudiendo así volver a casarse y rehacer su vida”.
Antes de seguir, me gustaría hacer una precisión terminológica que tiene consecuencias.  Y es que, si os habéis dado cuenta vengo hablando de repudio y no de divorcio. Y si lo hago así es porque creo que esta distinción es importante a la hora de aplicar estos textos a nuestra realidad actual. No es lo mismo hablar de divorcio que de repudio. El divorcio, tal y como está presente en nuestra sociedad, es la ruptura de un pacto matrimonial entre iguales; algo muy diferente del repudio, que tal  y como hemos visto, es el poder que se arroga el varón de echar de su casa a la mujer que ya no le agrada.
Como decía, esta distinción tiene consecuencias, pues no podemos aplicar al divorcio, en nuestra sociedad actual, los textos bíblicos sobre el repudio, sin hacer un ejercicio mínimo de interpretación; ya que son dos realidades radicalmente diferentes. Es necesario no perder de vista esta diferencia para entender bien los textos bíblicos.
Como decía antes, esta ley, hablando con propiedad, es una ley contra el repudio; es una ley que parte del repudio como un hecho social, e implícitamente admite que es mejor regular mínimamente una situación injusta, que dejarla sin regular, sin establecer ninguna ley, permitiendo por tanto que el varón actúe sin ninguna cortapisa y abuse a su antojo de su posición dominante, injusta y abusiva.
Si digo esto es porque sólo sentando estas bases podemos entender bien cómo se posiciona Jesús frente a esta ley. Veámoslo.
Jesús y el repudio
En tiempos de Jesús el repudio era admitido por todos, tal y  como había ocurrido siempre en el pueblo de Israel. Nadie lo rechazaba ni lo denunciaba como un abuso machista.
Lo único que se debatía era cuándo era aceptable darle carta de repudio a la mujer y echarla de casa. Sabemos por los textos de la época que han llegado hasta nosotros que había dos escuelas que discutían los motivos por los cuales un hombre podía repudiar a su mujer. Una, la más estricta, decía que sólo en casos muy graves, como por ejemplo en caso de adulterio, el hombre podía repudiar a su mujer y echarla de casa. La otra, más laxa, lo permitía en muchos más casos, incluso simplemente porque el hombre había encontrado otra mujer más joven que la primera que le gustara más.
Esta era la situación en tiempos de Jesús. Pues bien, lo que nos dice el evangelio es que, en un momento determinado de su ministerio, le piden a Jesús que se pronuncie acerca de esta cuestión, que diga cuándo puede un hombre repudiar a su mujer. Pero la respuesta de Jesús va a escandalizar a todos, incluso a sus propios discípulos, pues Jesús, lo que va a hacer, es ir a la raíz del abuso y denunciarlo, diciendo que en ningún caso le está permitido al hombre repudiar a su mujer y echarla de casa.
Pero antes de ver el texto bíblico debemos tener en cuenta algunos datos más. En primer lugar, el matrimonio patriarcal no era monógamo, el hombre podía tener más de una mujer, la poligamia estaba totalmente aceptada en aquella sociedad,  y la mujer era valorada fundamentalmente como madre, viviendo plenamente al servicio de la continuidad de la familia. De ahí que un hombre pudiera tener varias mujeres, siendo la esterilidad de la primera mujer la principal causa de que el hombre desposara a otra.
Y en segundo lugar, si un hombre podía tener varias mujeres, es obvio que un hombre no adultera contra su mujer si mantiene relaciones sexuales con otra mujer. El hombre nunca adultera contra su mujer, sólo la mujer adultera contra su marido si mantiene relaciones sexuales con otro hombre. Estos datos son importantes tenerlos en cuenta para entender las palabras de Jesús.
Marcos 10, 1-12.
Lo primero que sorprende de Jesús es su radicalidad. Jesús no sólo no contemporiza con el varón sino que rechaza de plano lo que considera un abuso: que un varón pueda repudiar a su mujer y echarla de casa. Nos dicen los textos de la época que una mujer repudiada quedaba en una situación de gran vulnerabilidad social, y que era frecuente que terminara sobreviviendo de la prostitución.
Jesús rechaza este abuso y lo considera intolerable. Su postura es de una radicalidad tal que incluso sus discípulos, extrañados, le dicen: “pues si esta es la situación del hombre respecto de la mujer, más vale no casarse” Mt.19,10.
¿Cuál es la postura de Jesús respecto al repudio? Un rechazo total y absoluto. ¿Por qué?
Creo que detrás de esta postura de Jesús vuelve a estar una fundamental preocupación pastoral. Jesús se preocupa de la parte más débil, más vulnerable, más oprimida. Jesús hace suyo el dolor de la mujer repudiada, y su situación de desamparo, y la defiende frente a la injusticia y el abuso del varón.
Para justificar Jesús su postura utiliza el texto del Génesis referente a la creación del ser humano. Les dice Jesús a los fariseos: “Dios, cuando creó al género humano, los hizo hombre y mujer, por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos uno solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.
¿Qué hace Jesús? Pues en realidad hace algo que nosotros hacemos siempre, sin ser conscientes de que lo hacemos; y es contraponer la Biblia a la Biblia.
Me parece importante resaltar que aquí estamos ante lo que al comienzo de este estudio yo he llamado un principio hermenéutico, un principio de interpretación de las Escrituras, el principio hermenéutico que yo he llamado “del corazón de Dios”. Veámoslo.
Un principio hermenéutico: “el corazón de Dios”.
Jesús piensa que el repudio, tal como está establecido en Deuteronomio, no refleja plenamente la voluntad de vida de Dios cuando creó al ser humano. Jesús piensa que en el corazón de Dios, tal y como nos lo relata el libro del Génesis, hay un designio de igualdad y reciprocidad perfecta entre el hombre y la mujer; y que ambos han sido creados para vivir estableciendo entre ellos relaciones de amor y de cuidado mutuo, no de dominio ni de abuso de uno sobre el otro. Para Jesús, el texto del Génesis tiene más valor que el de Deuteronomio, pues expresa más plenamente la voluntad de vida de Dios para los seres humanos.
Así que Jesús no tiene miedo en oponer un texto de la Escritura a otro. Como decía antes, en realidad nosotros también lo hacemos siempre; pues siempre que aplicamos un texto a cualquier situación, lo estamos haciendo prevalecer sobre el resto de la Escritura. Deberíamos, por lo tanto, ser conscientes de ello e intentar aplicar siempre este principio hermenéutico “del corazón de Dios”.
Me gustaría enfatizar esta idea: no vale citar la Escritura para justificar una determinada postura. Hay que ser conscientes de que siempre que citamos un texto de la Escritura y lo aplicamos a una situación determinada, sea cual sea ésta, siempre estamos destacando ese texto por encima del resto y dándole el máximo valor. Así que Jesús lo hace explícitamente y dice, aunque Deuteronomio sea Escritura, no refleja plenamente el corazón de Dios, lo refleja de manera más plena el texto del Génesis. De ahí que yo llame a este principio hermenéutico: “el corazón de Dios”.
De hecho estamos ante un antiguo problema, que como vemos, ya vivió incluso Jesús. En el mundo protestante se conoce desde Lutero como el problema “del canon dentro del canon”. Decía Lutero que no todos los textos del NT tienen el mismo valor, que no todos anuncian con el mismo valor el Evangelio, que hay cartas de oro, como la de Romanos, que anuncia claramente el evangelio de la gracia de Dios; y cartas de paja, como la de Santiago, que dice que la fe justifica, para añadir a continuación que también las obras justifican, y eso no lo aceptaba Lutero. Decía Lutero, por tanto, que hay un canon dentro del canon de libros del NT.
También Jesús dice que no todos los textos bíblicos anuncian de manera tan clara el corazón de Dios, su plena voluntad de vida para los seres humanos, su propósito de crear una nueva humanidad en Cristo, una nueva humanidad de iguales, de hermanos y de hermanas, donde se superen las discriminaciones religiosas, sociales, de género, etc.
Y dejarme poner un ejemplo que ilustre este principio hermenéutico; un ejemplo que tiene que ver también con el matrimonio. Cuando hay hermanos que citan Ef. 5,22: “Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor”, y piden la subordinación de la mujer a sus maridos; aunque no lo digan, y aunque no sean conscientes de ello, están actuando como Jesús, es decir, están dando el máximo valor a este texto y poniéndolo por encima del resto de textos del NT que hablan de cómo debe ser la relación entre el hombre y la mujer; están dándole más valor a Efesios que, por ejemplo, a Gal.3,28:”No hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre hombre y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno”; y situándolo por encima de otros muchos pasajes que nos hablan más claramente “del corazón de Dios”.
Pues bien, Jesús, ante el problema del repudio que le presentan los fariseos, aplica en primer lugar un principio pastoral, el principio del “dolor de Dios”; y defiende a la mujer del derecho abusivo que el varón se había atribuido y que le permitía tratar a la mujer como un objeto a su servicio. Y en segundo lugar, aplica un principio hermenéutico, el principio “del corazón de Dios” y hace ver, de manera profética, que lo que de verdad anhela Dios son relaciones de igualdad, de justicia, de solidaridad entre los seres humanos.
Como hemos visto, la respuesta de Jesús a los fariseos es clara y contundente. ¿Cuándo puede un hombre repudiar a su mujer?, le preguntan; y Jesús responde: nunca.
Ahora bien, ¿cómo llega hasta nosotros esta clara y radical postura de Jesús? Y es que, antes de aplicar las palabras de Jesús sobre el repudio, al divorcio en nuestra situación actual, debemos tener en cuenta el modo en que las iglesias, en los textos del NT, acogieron y aplicaron esta postura de Jesús.
Veamos en primer lugar el género literario en que nos ha sido transmitida la postura de Jesús.
El “dicho” de Jesús
La postura de Jesús queda claramente de manifiesto en el relato que hemos leído en Marcos. Ahora bien, también ha llegado hasta nosotros en una especie de proverbio, en un dicho que resume, de manera chocante y paradójica, esa postura de Jesús; un dicho que, por el modo en que nos ha llegado, podríamos calificar de profético o apocalíptico.
Como Jesús no admite en ninguna circunstancia que el varón repudie a su mujer, Jesús dice que aunque un hombre repudie a su mujer, el vínculo que le une con ella no se rompe, y por lo tanto, aunque le haya dado una carta de repudio, si la mujer vuelve a casarse, adultera contra su marido; y el nuevo marido que la desposa, también adultera cuando se une a su mujer, aunque sea su esposa legítima.
Daos cuenta de lo escandaloso que resulta este proverbio de Jesús, y lo “ilógico” que resulta en esa sociedad. Jesús está acusando de adulterio al nuevo marido de una mujer repudiada. Por eso digo que es un dicho profético, o apocalíptico; es decir, no es un dicho que pueda ser interpretado como una nueva ley, sino un dicho que pretende remover las conciencias y despertarlas al abuso que significaba el repudio en esa sociedad patriarcal.
Este dicho dice así: “Todo aquel que repudia a su mujer, la pone en peligro de adulterio. Y si alguno se casa con una mujer separada, también comete adulterio” Mt.5,32.
Daos cuenta de que Mateo, que escribe para una iglesia de origen judío, nos transmite el dicho de Jesús tal y como debió pronunciarlo Jesús, pues no dice que la mujer pueda separarse de su marido. Sin embargo Marcos, que escribe para una iglesia de origen no judío, en la cual las mujeres podían también solicitar la separación, adapta este dicho profético de Jesús y nos lo transmite así:
Mc.10,11-12: “El que se separa de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si una mujer se separa de su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.
Marcos trasmite la postura de Jesús diciendo que si hay divorcio, sea el varón o la mujer quién lo inicie, como el lazo no se ha roto, ambos cónyuges adulteran si vuelven a casarse. Pero ha eliminado lo más chocante del dicho de Jesús, que el varón que se casa con una mujer repudiada, adultera con ella contra su primer marido.
¿Cómo nos lo transmite Lucas?.
Lc.16,18: “El que se separa de su mujer para casarse con otra, comete adulterio. Y también comete adulterio el que se case con una mujer separada”.
Lucas no menciona la iniciativa de la mujer en el divorcio, cómo hacen Marcos y Pablo, pero sí mantiene lo extraño del dicho de Jesús, que el marido de una mujer repudiada, adultera contra el primer marido de la misma. En Lucas sólo son acusados los varones, no la mujer repudiada.
Pero hay algo que he omitido intencionadamente, y que después consideraremos, y es lo que se conoce como la excepción de Mateo. Y es que Mateo introduce, en este dicho de Jesús, una excepción; dice que el dicho de Jesús no debe aplicarse siempre, que en caso de que el matrimonio se haya roto, o no sea válido, está permitido el repudio.
¿Cómo aplicaron la postura de Jesús las iglesias del NT?
Creo que también utilizaron los dos principios que he resaltado al principio de este estudio. Aplicaron el principio pastoral “del dolor de Dios”, y aplicaron el principio hermenéutico “del corazón de Dios”. Veámoslo.
La aplicación más antigua es la de Pablo a la iglesia de Corinto. Pablo conoce la postura de Jesús, que rechaza de manera total y absoluta el repudio; y conoce el modo profético en que ha sido transmitido, llamando la atención sobre el hecho de que aunque el hombre repudie a su mujer, el vínculo que los une no se ha roto. Así nos transmite Pablo la postura de Jesús: “A  los casados les mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido; y en caso de separación, que no se vuelva a casar o que se reconcilie con su marido. Y que tampoco el marido abandone a su mujer”.
También Pablo, al igual que Marcos y Lucas, cita con mucha libertad el dicho de Jesús, y lo reformula teniendo en cuenta que la mujer, en Corinto, puede tomar la iniciativa de la separación matrimonial, cosa que no ocurría en Palestina.
Pablo es fiel a la hora de transmitir la postura de Jesús: el divorcio no está permitido en ninguna circunstancia. Sin embargo, Pablo, inmediatamente después de transmitir la postura de Jesús sobre el repudio, y teniendo que actuar pastoralmente en la iglesia de Corinto, les dice que en el caso de aquellos matrimonios mixtos en los cuales uno de los cónyuges no es  creyente y quiere divorciarse, que se lo permitan, que admitan ese divorcio, que el divorcio está permitido, pues “Dios nos ha llamado para que vivamos en paz” 1Cor.7,15: : “Si la parte no creyente quiere separarse, que se separe; en tal caso, el hermano o la hermana quedan libres, pues el Señor os ha llamado a vivir en paz”.
Vemos cómo Pablo aplica estos dos principios que yo vengo resaltando, el principio pastoral “del dolor de Dios” y el principio hermenéutico “del corazón de Dios”.
Pablo, ante un matrimonio que va a vivir “un divorcio de hecho”, ante un matrimonio en el que uno de los cónyuges va a vivir según valores y principios cristianos que el otro rechaza, ante un matrimonio “roto”, al que no le espera más que un futuro de división y lucha, aplica el principio pastoral “del dolor de Dios”, y hace suyo el sufrimiento que un matrimonio así se vería obligado a vivir; y, aplicando el principio hermenéutico “del corazón de Dios”, permite a los miembros de la iglesia en Corinto que rompan el matrimonio y se divorcien; ofreciéndoles la oportunidad de comenzar una nueva vida donde reine la paz, pues “Dios nos ha llamado para que vivamos en paz”.
Es importante tomar conciencia de cómo aplica Pablo aquí el principio pastoral del “dolor de Dios”. Pablo ve, por encima de todo, lo que significaría la vida en común de un matrimonio que no comparte unos valores y unos principios básicos que hagan posible que la convivencia sea pacífica, sea fructífera para ambos, que la convivencia contribuya al bienestar y a la vida de los dos cónyuges. Pues un matrimonio donde ya no se comparte la vida, un matrimonio donde ya no hay amor, es un matrimonio sin futuro, y se convierte en una fuente de sufrimiento y de dolor, en vez de ser un espacio de vida; y Pablo lo tiene claro: Dios quiere la paz y la vida de las familias y de las comunidades que va fundando. Por encima del vínculo matrimonial está la vida y el futuro de las personas y de las iglesias.
Vemos, pues, que para Pablo el matrimonio no es indisoluble, no es un vínculo sagrado que esté por encima de la vida personal de ambos cónyuges, ni por encima de la vida de las iglesias y de su presencia en la sociedad. No, el matrimonio tiene un gran valor, pero no está por encima de todo.
Ya hemos visto cómo aplica Pablo el principio pastoral “del dolor de Dios”; veamos ahora, con un poco más de detalle, cómo aplica el principio hermenéutico “del corazón de Dios”. Decía antes que Pablo conoce la postura de Jesús, y suponemos que también, en la tradición oral que se la ha transmitido, ha recibido el modo en que Jesús argumentó, citando el texto de Génesis.
Pues bien, aquí Pablo pone, por encima del texto del Génesis que utilizó Jesús, el principio de “la vida en paz a la que nos llama Dios”. Pablo, movido por esa actitud pastoral que busca sobre todo ayudar al que sufre, fundamenta su postura en la voluntad de vida y paz de Dios.
Como he dicho, suponemos que Pablo conoce el texto de Génesis, y sabe que la voluntad de Dios es que todo matrimonio sea un vínculo de amor, un espacio de vida en común al servicio de la ayuda mutua y del crecimiento de ambos cónyuges. Pero Pablo también sabe que la voluntad de Dios no se hace realidad en la historia si no hay hombres y mujeres que la aceptan y la viven. Y es que Dios no impone su voluntad a los seres humanos como una ley inexorable; Dios no se impone, Dios se ofrece, ofrece su voluntad de vida a todos los seres humanos para que estos la acepten libremente y vivan.
Ocurre exactamente igual con el vínculo que establecen los creyentes entre sí en la iglesia. La voluntad de Dios es que todos los creyentes vivan unidos; y esa unidad se fundamenta en el NT nada menos que en la relación que existe entre el Padre y el Hijo: “que sean uno, como tú y yo somos” Jn. 17,11.
Pues bien, sabemos que esa voluntad de Dios, de unidad en la iglesia, se ha roto una y mil veces en la historia, y se sigue rompiendo. Y es que la voluntad de Dios no se cumple si los seres humanos no la aceptan y la viven. Y permitirme una pregunta: ¿Por qué las iglesias suelen ser tan duras con los matrimonios que se divorcian, y tan indulgentes con las iglesias que “se divorcian”? Pero volvamos a Corinto.
Pablo, como decía antes, en la situación concreta de la iglesia de Corinto, aplica el principio hermenéutico “del corazón de Dios” y pone por encima de la postura de Jesús respecto al repudio, el principio de “la vida en paz a la que nos llama Dios”.
En toda situación concreta estamos obligados a establecer una jerarquía de verdades, una jerarquía de principios a aplicar; como ya mostré antes, lo queramos o no, lo hacemos siempre. Y Pablo conoce la postura de Jesús, pero no la absolutiza, no la aplica indistintamente a todas las situaciones. Está claro que se la propone a la iglesia de Corinto como algo positivo, como una guía que puede contribuir a la vida y al crecimiento de la iglesia, pero Pablo también sabe que hay situaciones excepcionales a las que no se pueden aplicar estas palabras de Jesús, en las que las palabras de Jesús deben dejarse de lado, deben supeditarse a un principio de más valor, un principio que aporta más luz y vida a esa situación, y que contribuye a la paz de las familias y de las iglesias.
Las palabras de Jesús no son leyes, y no se pueden aplicar como leyes; no son absolutas, y no se pueden aplicar sin un ejercicio pastoral y hermenéutico que esté al servicio de la vida y de la paz de las familias y de las iglesias. Pablo lo sabía muy bien, y nos ha dejado un modelo a seguir, que por desgracia, ha sido olvidado y relegado con mucha frecuencia, en la historia de la iglesia.
Pero Pablo no es el único en el NT que actúa así. También Mateo aplica las palabras de Jesús a su iglesia y permite el divorcio en algunas situaciones extraordinarias.
La excepción de Mateo
Hemos visto ya cómo los tres evangelios sinópticos nos han transmitido la postura de Jesús, que es un de rechazo total y absoluto del repudio, pero ya advertí que no cité literalmente el texto de Mateo, que omití una cláusula de excepción que abre la puerta al divorcio en su iglesia. ¿Qué dice, en concreto, Mateo?
“Todo aquel que se separa de su mujer –salvo en caso de fornicación-, la pone en peligro de adulterio. Y si alguno se casa con una mujer separada, también comete adulterio” Mt.5,32.
No hay acuerdo entre los especialistas a la hora de traducir la palabra que utiliza Mateo para permitir el divorcio. Yo he utilizado la traducción más clásica, fornicación, porque hay bases literarias e históricas para hacerlo; pero otros, también sobre las mismas bases, prefieren traducirlo por concubinato, es decir, por matrimonio ilícito, un matrimonio que no se ajusta a las normas de consanguineidad del pueblo de Israel.
Ahora bien, sea cual sea el caso que Mateo tiene en mente, lo cierto es que, al igual que Pablo, también él ha aplicado la postura de Jesús a su iglesia y lo ha hecho abriendo la puerta al divorcio. Tampoco para Mateo las palabras de Jesús son absolutas, tampoco él las aplica a su iglesia sin hacer un ejercicio pastoral y hermenéutico. Al contrario, hay al menos un caso en el  que considera lícito el divorcio, y así lo dice a su comunidad; y al hacerlo, su postura ha pasado a formar parte del canon del NT, es decir, de la norma que rige la vida y la fe de las iglesias cristianas.
Podríamos decir que también Mateo, cuando tiene que aplicar la postura de Jesús a la realidad de su iglesia, lo hace guiándose por los dos principios que yo vengo resaltando desde el principio; el principio pastoral “del dolor de Dios” y el principio hermenéutico “del corazón de Dios”. Y no creo que sea necesario entrar en detalle, otra vez, en cómo Mateo, al igual que Pablo, aplica estos principios a la situación de su iglesia. Lo cierto es que ambos piensan que…
El matrimonio no es indisoluble
Tal y como hemos visto, en las iglesias del NT el matrimonio no es indisoluble, no es una institución sagrada que esté por encima de la vida de las personas, de las iglesias. El matrimonio indisoluble no es una institución cristiana que se remonte, ni siquiera, a los primeros siglos de la iglesia. Podríamos decir que hasta finales del siglo XII, cuando el papa Alejandro III fija la postura oficial de la iglesia católica que dura hasta nuestros días, el divorcio era una cuestión abierta, y había padres de la iglesia y papas que lo admitían y otros que no, y había concilios que lo aceptaban en casos graves como enfermedad (lepra) o adulterio, etc., y otros que no lo aceptaban en ningún caso.
Esto no quiere decir que no  se tenga en gran estima el matrimonio, ni que se desprecie la familia. Al contrario, el modelo de relación entre los esposos es, nada menos, que la relación entre Cristo y su iglesia. Pero el matrimonio como un pacto sagrado e indisoluble, no es fijado por la iglesia católica, como he dicho, hasta finales del siglo XII.
El nuevo matrimonio
A veces hay malentendidos de consecuencias terribles. En muchas iglesias cristianas se ha prohibido el nuevo matrimonio de un divorciado porque se han interpretado mal las palabras de Pablo cuando cita la postura de Jesús respecto del repudio.
Tal y como hemos visto las palabras de Jesús no son consideradas ley, no son sagradas e intocables, al contrario, vemos la libertad con que las citan tanto los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas, como el mismo Pablo. Lo importante es comunicarnos la postura de Jesús, no la literalidad de sus palabras. Y la postura de Jesús era clara: cuando había separación, no se rompía el lazo matrimonial.
¿Cómo lo transmite Pablo? Ya lo hemos visto: “A  los casados les mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe del marido; y en caso de separación, que no se vuelva a casar o que se reconcilie con su marido. Y que tampoco el marido abandone a su mujer”.
Pablo adapta la postura de Jesús a Corinto, donde la mujer podía tomar la iniciativa y solicitar el divorcio; y le dice a esa mujer corintia: Lo que he recibido de Jesús es que no te separes, y si lo haces, no te queda otra opción que reconciliarte con tu marido. Pero claro, al marido no puede decirle lo mismo, pues él puede tener varias mujeres, así que aplicando el dicho de Jesús al marido, le dice: tú no abandones a tu mujer. Y aquí vemos claramente cómo Pablo también es consciente de la desigualdad que existía en los matrimonios de Corinto; el divorcio, por parte del varón, es un auténtico abandono de la mujer.
Por lo tanto, no podemos concluir de todo esto que Pablo esté prohibiendo un nuevo matrimonio a los divorciados, pues, tal y como hemos visto, el mismo Pablo es quien, después de citar las palabras de Jesús, permite el divorcio en la iglesia de Corinto; es Pablo quien afirma que el lazo matrimonial se puede romper, y que en el caso de que se produzca el divorcio, ese lazo matrimonial se rompe con todas sus consecuencias, quedando los cónyuges totalmente libres para comenzar una nueva vida: “Si la parte no creyente quiere separarse, que se separe; en tal caso, el hermano o la hermana quedan libres, pues el Señor os ha llamado a vivir en paz” 1Cor.7,15.
Efectivamente, si hay divorcio, el hermano o la hermana queda libre, desaparece el vínculo matrimonial, en contra de lo que decía Jesús; y por lo tanto puede volver a contraer matrimonio. Tal y como argumenta Pablo, creo que sería totalmente contrario a la intención de Jesús, prohibir el nuevo matrimonio a un divorciado, imponiéndole una ley que le esclavice, que constriña de esa manera su vida y que le lleve a “quemarse”, como dice Pablo en este mismo pasaje de la carta a los Corintios; que limite sus posibilidades de encontrar en el futuro un nuevo matrimonio donde desarrollar plenamente su vida.
Por una pastoral evangélica con los divorciados
Creo que después de todo lo visto la pastoral que guía los textos del NT es clara, es una pastoral “del dolor de Dios”, una pastoral que considera el matrimonio como una realidad social hecha para el ser humano, y no al revés, al ser humano hecho para el matrimonio. No es el matrimonio lo que hay que salvar por encima de la vida de las personas, sino que, al igual que el sábado, el matrimonio ha sido hecho para que las personas vivan más y mejor. Es el matrimonio el que ha de estar supeditado al crecimiento humano y espiritual de los cónyuges; es el matrimonio el que existe en función de la vida de sus miembros; y cuando, por circunstancias tan duras y dolorosas que todos conocemos, y no creo que sea necesario describir, ese matrimonio se rompe, entonces, ese matrimonio ya no contribuye a la vida de los cónyuges, al contrario, la hunde en un pozo de amargura y desesperación.
Cuando esto sucede, creo que es un pecado, y lo digo siendo consciente de lo que digo, obligar a los miembros de ese matrimonio a vivir juntos y mantener una convivencia imposible. No es eso lo que nos enseña la pastoral bíblica. Según creo haber expuesto en este estudio, la pastoral bíblica es una pastoral que se hace presente en esta situación de ruptura matrimonial, ofreciendo misericordia y vida, no castigo y muerte.
Lo siento por nuestros hermanos católicos, y por todos los hermanos evangélicos que siguen su línea pastoral. Pero desde mis reflexiones, esa línea pastoral sólo puede calificarse como una pastoral “del castigo”. Una pastoral que impone un castigo a los miembros de esa iglesia que fracasan en su matrimonio, por eso la llamo “del castigo”. Porque añade mal al mal, porque se hace presente en una situación de profundo dolor y desgarro existencial, como es la situación del divorcio, imponiendo castigos y penas, intentando salvar la institución matrimonial, y no a las personas.
Lo que le preocupa a esa pastoral del castigo es la imagen de la Iglesia. Quiere aparecer frente al mundo como una Iglesia perfecta, y por lo tanto, no puede tolerar que haya miembros imperfectos en su seno. Si hay miembros que demuestran ser imperfectos, deben ser castigados, deben ser disciplinados, deben ser apartados, deben ser estigmatizados como personas de segunda categoría, incapaces de representar a esa institución perfecta, que no tolera en su seno la imperfección, y que sanciona a esos miembros imperfectos imponiéndoles un castigo; añadiendo más mal, al mal que ya viven cuando atraviesan una situación de divorcio matrimonial en sus vidas.
Creo que el NT nos invita, frente a la pastoral del castigo, a una pastoral evangélica en la que esté, por encima de todo, la vida de las personas, no la institución matrimonial. Nos invita a una pastoral que se haga presente en esa situación de tanto dolor y sufrimiento; claro está, ofreciendo en primer lugar la posibilidad de la reconciliación, de la restauración de las relaciones rotas; pero admitiendo, cuando esto no es posible, el mal menor del divorcio; admitiendo que el matrimonio ha sido hecho para el ser humano, y no el ser humano para el matrimonio; admitiendo que esos hermanos que atraviesan un momento tan difícil en sus vidas, lo único que necesitan es ayuda para recomponer sus vidas, para sanarlas, para rehacerlas, para resucitar, porque de una autentica muerte de las relaciones más íntimas y profundas se trata en un divorcio.
No, hermanos, no estoy banalizando el divorcio, pero tampoco puedo banalizar la pastoral del castigo que se hace presente en esta situación de muerte existencial imponiendo castigos y penas; cuando lo único que debe hacer presente una pastoral evangélica, es la vida que la misericordia y la gracia de Dios en Jesucristo hacen posible, la novedad de vida que el evangelio ofrece al pecador, al que falla, al imperfecto. Es el evangelio el que nos invita a buscar una verdadera pastoral de vida para los divorciados, no de vida para la institución matrimonial, una pastoral que se haga presente en medio del dolor ofreciendo sanación y esperanza, perdón y fortaleza, amor y compasión.

Esta ponencia fue presentada por el autor en el Encuentro de Pastores y Líderes de Amyhce celebrado en El Escorial el último fin de semana de Enero de 2012.
Sobre juansanchez

Juan Sánchez es profesor de Teología en la Facultad de Teologia SEUT. Es miembro de la Iglesia Menonita.

miércoles, 15 de febrero de 2012


Unidos en hermandad en Cristo

Escrito por Michael Hidalgo
Existen muchas  diferencias entre mujeres y hombres. Sencillamente, si iniciamos desde el campo de una  biología básica, es evidente. Sin embargo, si empezamos por el principio descubrimos algo fundamental que habla de lo que somos en el nivel más profundo de nuestra identidad.

En el relato de la creación el escritor nos dice que Dios creó al ser humano "a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó" (Génesis 1,27). Hombres y mujeres se identificaron por primera vez como portadores de la imagen. Si bien tenemos diferencias, también tenemos la igualdad, y ambos tenemos nuestras raíces en Dios.

Debemos tener esto en cuenta en cualquier momento y conversación sobre las diferencias entre hombres y mujeres. Porque cada vez que hablamos de nuestras diferencias, debemos hacerlo con precaución. Como Ken Wilber señala con mucha  razón, "... tan pronto como hablamos de nuestras diferencias como personas, los privilegiados  utilizan esas diferencias para fomentar sus razones"

A través de  la historia de nuestro mundo los hombres  han ocupado lugares de privilegio. Como resultado, ellos han utilizado las diferencias con las mujeres para obtener una ventaja y establecer su dominio sobre las mujeres. Esto sigue siendo frecuente en nuestro mundo de hoy - incluso en la Iglesia.

Algunos  líderes de las Iglesias han optado por prohibir a las mujeres que sirvan en cualquier tipo de liderazgo significativo. Craig Keener señala que la razón de esto se debe a la creencia errónea de que las mujeres son "más fáciles de engañar que los hombres" y que son "inferiores a los hombres."

Las Iglesias, han dejado en manos de los hombres la interpretación de las Escrituras y son los que realizan  las importantes decisiones doctrinales. Los hombres han silenciado la voz de las mujeres, y han creado la cultura machista y masculina. Los hombres tienen la dirección a  "su cargo" y a las mujeres se les dice que tienen que estar en un lugar de "sumisión." Esto ha existido durante tanto tiempo que se toma por normal y natural.

Es hora  que el pueblo de Dios  despierte a esta realidad distorsionada. Nosotros no podemos aceptar ciegamente los supuestos culturales que se han transmitido de generación en generación hasta llegar a nosotros.

Jesús también vivió en una cultura dominada por los hombres, pero él no la aceptó. Si él hubiese creído que el cristianismo es masculino se supone que Él tenía mucho que decir acerca de "ser hombre" o la masculinidad en sí. De hecho, Jesús se movió en contra de las normas sociales de su época.
Nunca  prestó atención a las normas de la cultura que dictaban lo que un hombre o una mujer tenían qué hacer. En una ocasión, su interacción con una mujer fue tan impactante que sus discípulos estaban "sorprendidos de que hablaba con una mujer." (Juan 4,27)

La llamada de Jesús era para cualquier persona, hombre o mujer, que estaba cansado o agotado de su forma de vida y quería aprender un forma diferente donde se privilegiara  el amor, la compasión, la gracia y misericordia. (Mateo 11,28-30) nunca dijo que su camino era masculino o femenino. Por el contrario, insistía en romper las barreras represivas que se habían puesto en contra de las mujeres. Debemos imitarlo en esto.

Todas las personas, independientemente de su sexo, tienen un lugar igual en la mesa de Dios. Esto exige que todos puedan ser escuchados por igual. Cuando sólo escuchamos  la voz de los hombres o la voz de las mujeres  sólo vemos un lado de Dios. Esta es la razón de cualquier reclamo cuando  el cristianismo es masculino o femenino se queda corto. No pinta un cuadro completo de Dios.

Cuando somos capaces de escuchar a los hombres y mujeres por igual ganamos un punto de vista de Dios, que es mucho más completo. Podemos tener confianza en esto, porque resulta que, Dios no es sólo un padre masculino, sino también una madre femenina. Esto es algo que nos hace sentirnos muy reconfortados.

Hace varios años mi familia y yo estábamos jugando en un parque. Mi hijo, que tiene una alergia a las nueces, le dio un mordisco a la galleta de un amigo y se come una nuez. Le dimos un medicamento de inmediato y en cuestión de minutos empezó a sentirse mejor.

Durante casi una hora mi esposa y él se sentaron en un banco en el parque. Ella lo abrazó, y él se acurrucó junto a ella. Luego le pregunté si se sentía bien. Mi esposa sonrió y dijo con profundo amor y compasión, "Él está bien. A veces los niños pequeños sólo necesitan de su mamá para sentirse confortados. "En ese momento vi, en la ternura maternal de mi esposa, en el afectuoso abrazo de mi hijo, una hermosa imagen de Dios. Es una imagen que vemos en las Escrituras.

Dios con frecuencia habla como una madre amorosa, y Dios nos habla del cuidado  a sus hijos en su seno, y de dar a luz a su pueblo. Esta es la razón porque San Clemente de Alejandría escribió: "En su esencia inefable de Dios es el Padre;. En su compasión por nosotros, Él se convirtió en madre" (Estas referencias se pueden encontrar en  Isaías 42, 46, 49, 66, Jeremías 31 ... por nombrar algunos).

Cuando  consideramos este lado de Dios  obtenemos una imagen más clara y más bella de Dios. Es para todos nosotros, el padre y la madre - masculino y femenino. Cuando sólo la voz de nuestros hermanos se escucha, dejamos de aprender sobre el lado femenino de Dios, esa voz femenina que  ha sido silenciada durante demasiado tiempo. Si escuchamos las dos voces, vamos a obtener una imagen más bella y completa de Dios.

A medida que aprendemos más acerca de Dios, podemos vivir un cristianismo que es a la vez  genuinamente femenino y genuinamente masculino. Al final, todos vamos a encontrar nuestras diferencias y la igualdad, basada en Dios.


Artículo traducido y editado por Olga Piedrasanta


[1] Michael Hidalgo es el pastor principal de la iglesia de la comunidad de Denver, y vive con su esposa e hijos en el centro de Denver, Co. 

martes, 7 de febrero de 2012

REFLEXIÓN BÍBLICA DE JANET PLENERT

El día 29 de Diciembre de 2011 en Bogotá, Colombia, se llevó a cabo una celebración-homenaje por la designación de Cesar García como nuevo Secretario General del CMM. García, quien oficialmente asumió el cargo el 1 de enero de 2012, es el sucesor de Larry Miller, también presente junto a algunos integrantes de la mesa directiva del CMM en la mencionada celebración.

La reflexión bíblica estuvo a cargo de la vice-presidenta del CMM, Janet Plenert

 Gracia y Paz
Colosenses 1:1-2


Para Todos, e todas los amados/amadas de Dios en Bogota,  en toda parte del mundo llamados para ser santos: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo

Es un honor poder dirigir algunas palabras a Uds. en este servicio de celebración; un servicio que une 3 iglesias colombianas, y que señala tanto un fin y un comienzo. Larry Miller termina su ministerio como Secretario General del Congreso Mundial Menonita, y Cesar García comienza este ministerio.

No es accidente que estamos reunido hoy día en Bogota.  No estamos en Estrasburgo, tampoco en Winnipeg Canadá y tampoco en Pensilvania.  Hoy estamos aquí, en su ciudad, en su país, recibiendo su hospitalidad.  Luego va abrir por primera vez una oficina del Congreso Mundial Menonita en Sudamérica.  En la semana entrante, el Secretario General del Congreso Mundial Menonita será colombiano.   Todo esto nos da motivo de celebración, y de mucho júbilo.

Entonces otra vez repito:   Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. 

El apóstol Pablo comienza y a veces termina, sus cartas con estas mismas palabras. No importa que sea Gálatas o Efesios, Corintios o Timoteo o Filipenses, todos usan esta idea, y casi las mismas palabras.   Sabemos que cuando se utiliza una idea varias veces en las escrituras, es por un propósito e debemos prestar atención.
Pablo comienza sus cartas con una pequeña introducción. El es apóstol de Jesucristo; según la voluntad de Dios; y es por esto que su mensaje tiene cierta autoridad para todos los que eventualmente lo escucharan. Pablo indica que esta hablando a una congregación: santa y fiel. Cristianos no somos santos por nuestros propios esfuerzos para complacer a Dios. Somos transformados en un pueblo santo por un Dios de gracias y para un Dios santo. La frase en el texto – “en Cristo” – profundiza el significado de esta convicción central, indicando que esta comunidad, santa y fiel, en Cristo, participa en los frutos gloriosos de la obra mesiánica de Cristo. Los que leemos esta carta -hoy, todos nosotros acá en Bogota, en  este templo de la iglesia - no somos ajenos, simplemente observando las acciones de Dios. Somos coparticipes con Dios en la gracia transformadora que promete una nueva vida por todos los que obedecen las instrucciones del apóstol.

Después de presentarse, Pablo sigue diciendo:”Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”.
La fuente de la bendición es Dios nuestro padre y el Señor Jesucristo. Dios, el pariente divino, es un Dios de gracia; un Dios en relación con su creación; quien cuida, nutre, y da salvación e identidad. El es la fuente de la bendición. No tenemos simplemente una bendición secular, y tampoco tenemos simplemente una bendición fruto de nuestro esfuerzo. Es el Dios poderoso que nos ofrece esta bendición por el mesías Jesús.

La palabrita “gracia” viene de la raíz griega “xaris,” que a la vez es la raíz de las palabras gratitud y don. Señala el contraste grandísimo entre la gracia salvadora de Dios y las muchas formas individualistas de “salvación” que ofrece el Imperio Romano.

Pablo recuenta la historia de la salvación de Dios, comenzando con la elección de Dios de un pueblo reconciliado y unificado (3:11-12), hasta enviar su hijo Jesús como el clímax de la creación (1:15-20), para guiar a su pueblo a un Nuevo éxodo de sus pecados (1:13-14). Pablo termina su introducción con su propio llamado como apóstol (1:24-25) para invitar y guiar a los gentiles al Reino de Dios (1:21-23). Esta vocación es un ministerio de gracia. Es decir, la gracia, un regalo ofrecido por un Dios de gracia, empodera e invita e inspira una vida santa y fiel de donde el Shalom de Dios vendrá.

La segunda palabra clave en este saludo de Pablo, es la palabra “Paz.” Para los cristianos del siglo primero, los que escuchan este saludo de Pablo, ellos inmediatamente escucharían el hecho del concepto de Shalom del Antiguo Testamento. Shalom abarca la idea de bienestar completo – bienestar y salud en todas las áreas de la vida: abundancia, riqueza, bendición, y armonía.
Al mirar el pacto de Paz en Ezequiel 37 o en Levítico 26, vemos que este Shalom abarca la restauración de la tierra, la libertad del miedo, la seguridad política, la paz entre el león y el cordero, y suficiente comida para todos. Abarca todos las esferos de la vida. Esto es Shalom. Ezequiel promete que en medio de todo esto Dios “…será su Dios, y Uds. serán mi pueblo”. Esta clase de Paz tiene sus raíces en la gracia. Es ofrecida por Dios, y se cumple solamente cuando el mundo se une según las intenciones divinas, como un regalo de gracia de Dios.

Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo
O talvez en otras palabras:
Que ustedes experimenten el Shalom y la integralidad, que abarca todo, lo cual recibimos como maravilloso regalo de Dios. 

Hoy marcamos un nuevo comienzo. Y cada comienzo comienza con la terminación de algo; entonces hoy también marcamos la finalización de algo. Y hacemos ambos dentro de un contexto concreto y como el pueblo de Dios.

Para Larry, marcamos hoy un fin; la finalización de su ministerio como Secretario General del CMM.  Larry ha servido en este rol por más de 21 años.  Bajo su liderazgo, el CMM ha crecido, se ha estructurado, y se ha fortalecido. 
A Ud., Larry, decimos todos juntos: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo

Para Cesar, hoy es un comienzo. Le encomendamos, de este pasaje bíblico, la palabra “gracia,” gratitud, regalo. Su tarea no es ser brillante, ni inteligente. Su tarea no es ser más elegante que otros. Su tarea no es ser Larry. Su tarea hoy es la de recibir la gracia, el gozo, la abundancia, la integridad, la vida, la comunidad, el bienestar que Dios le ofrece. Su tarea es recibir todo esto, alinearse con lo que Dios ofrece, y servir como un instrumento através de cual Dios pueda hacer su trabajo. A Ud. también decimos todos juntos: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo

Para Uds. como Iglesias de tradición Anabautistas acá en Colombia, y para nosotros representando el CMM, al comenzar el año 2012, nosotros somos ‘los santos e fieles hermanos e hermanas,’ y nuestra tarea es grande. 
En nuestra búsqueda por la paz de Dios, es necesario que dejemos que la paz nos encuentre a nosotros, en este sentido integral de Shalom. Esta paz no la podemos alcanzar solamente por esfuerzos propios, sino como un regalo de gracia de Dios por nuestras comunidades.

Entonces, digamos unos a los otros e otras: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo

Para terminar, les dejo con una bendición, también de Pablo en el libro de Efesios:

Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, 17 para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, 18 puedan comprender, junto con todos los *santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; 19 en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. 20 Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros,21 A él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amen.


lunes, 6 de febrero de 2012

"BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA........"

Día Mundial contra la mutilación genital femenina

Escrito el 06 febrero 2012 por la fuente citada en el artículo
Es el Día Mundial Contra la mutilación genital femenina, una de las formas más crueles de violencia de género. En España la nueva ley de asilo contempla la posibilidad de pedir refugio por persecución de género. También se impulsan proyectos de cooperación, para erradicar esta grave violación de los Derechos Humanos de las mujeres, en los 28 países en los que esta práctica es habitual.