Todo este tiempo que pude compartir con mis hermanas y el lunes un poco con hermanos fue bastante rico.
Me siento profundamente agradecida al Señor por el mover de su Espíritu de libertad en todos estos años. La representación de casi todos los países de Centro América fue excelente (a excepción de Belice que fue invitado, pero no participó).
Experimenté un momento diferente entre nosotras. Nuevos ánimos y energía para continuar abriendo brecha para otras y otros en cada región. Fuerza y esperanza al mirar que no estamos solas en esta parte del camino que nos ha tocado vivir. A nuestro lado está nuestra hermana, amiga y compañera asumiendo también los retos del Reino de Dios.
Cada una tan diferente y a la vez con tantas cosas en común. Este espacio sirvió para sanar dolores, expresar cosas que quizá se habían guardado por tiempo. Fue un espacio creado con libertad y confianza. El impacto mayor de Rhoda y Carolyn ha sido un corazón abierto, hablando desde sus propias vivencias, sin máscaras.
Los temas fueron interesantes, aunque a veces considero que faltó tiempo para escucharlas más a ellas. Fue además un tiempo en que reafirmamos conceptos y aprendimos algunas técnicas nuevas para implementar en nuestro ministerio, en el trabajo con mujeres.
Algo que me impactó mucho y positivamente, fue la demostración de cariño y reconocimiento al trabajo de nuestra hermana Olguita Piedrasanta, que desde que lo asumió ha sido fuerte y a veces mal entendido, pero mirar ahora algo diferente, me llena de gozo, porque eso quiere decir que somos capaces de provocar cambios positivamente entre nosotras; los tiempos de diálogo y escucha, así como de aclarar y pedir perdón es inigualable, pues es una premisa amar a Dios y también amar, con toda la diferencia que exista, a nuestra hermana y, así fue. Vamos aprendiendo a caminar juntas: "Cada vez bailamos mejor en grupo"
En lo personal considero un gran privilegio haber estado en los 10 años de haber iniciado el movimiento de teólogas y coincidir con Elizabeth Vado, quien también estuvo en África y junto con Karen Flores de Honduras poder haber llevado la liturgia de la Cena del Señor. y sí, el camino, el maíz, producto de nuestra tierra latina, que nos nutre y nos da fuerza para seguir sembrando. La luz que significa la presencia de Jesús caminando solidaria y sororalmente con nosotras. El pan, la copa y el compromiso entre nosotras. Y sobre todo, este mover del Espíritu de Vida que nos ha llenado de vitalidad para continuar desde el lugar donde cada una ha sido puesta, de acuerdo a sus dones: Gracias Papá Dios por proveernos el espacio y gracias a todas y todos los que participaron.
Durante nuestro tiempo, de Olga y mío con Carolyn y Rhoda pudimos escucharnos y hacernos sensibles a las decisiones, sentimientos y necesidades unas de otras. Gracias por este signo de amistad y de confianza que nos dieron a Olga y a mí. Que el Señor nos ayude a llevarlo con honra y compromiso.
Considero que algo que se retomó y que es excelente es la necesidad de tener un "cuadro" de mujeres que pueden escribir y elaborar materiales anabautistas desde nuestra realidad. Eso ya se había hablado hace tiempo y en esta ocasión se formalizó más. También nos sentimos animadas para tener una biblioteca virtual, donde podamos tener tanto documentos de información general, que las mismas mujeres han escrito, ya sea por investigación universitaria u agencias de trabajo menonita, o bien escritos de reflexiones bíblico teológicas, que en el marco de trabajo con mujeres ya se han ido elaborando.
Miré desde lejos muchas veces y me sentí complacida con la amistad y la convivencia del momento. Y claro, nuestra salida a la Antigua ¡uf que lugar! lindísimo.
Así que nos queda mucho por hacer, mucho que orar, mucho que insistir, muchas ataduras que romper, pero sigamos, sigamos confiando en que cada una hace lo que está en sus manos y Dios es quien se encarga de construir¡¡¡ ¡Así sea!
Un abrazo para todas.
Ofelia García (México)
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