empleo y amistad
Por Lori Doll
“No se trata solo de dinero”, dice Aja, “sino de que las mujeres aman la tarea que están haciendo”. Aja es una de varias mujeres maravillosas con quienes tuve el gran privilegio de trabajar en Gambia en los últimos 19 meses. Ella se refiere a My Sisters Company (MSC) o en español, La Empresa de mis Hermanas, un negocio de “comercio justo” iniciado por obreros de Eastern Mennonite Missions (EMM) que con materiales locales produce artículos como bolsos, delantales, y alhajas. El objetivo es que sea auto sostenible y que brinde a las mujeres salarios justos y un buen ambiente de trabajo. Decimos que trabajamos juntas para crear productos para la amistad.
Las amistades se forman atravesando continentes cuando personal de los EE.UU. y del Reino Unido ha venido para coparticipar con mujeres de Gambia. Trabajan una al lado de la otra para crear productos comerciables no solo aquí en Gambia, sino también en el exterior.
Cuando MSC se inauguró hace varios años, muchas mujeres participaron. Lamentablemente muchas dejaron de concurrir cuando al principio no podían notar progreso alguno o no recibían pago por su trabajo. Aja, que es como una esponja que retiene todo lo que aprende, me dijo que ella también había dejado de venir a MSC después de los primeros tiempos — pero el sastre le dijo, “Primero debemos hacer el trabajo, y luego, algún día, veremos algún resultado”. Aja dice que necesitamos de todas en MSC para que funcione bien. Cinco mujeres han permanecido en el programa y han conocido momentos más productivos, y dos otras jóvenes de una fraternidad local se han unido a nosotros.
La Empresa de mis Hermanas emplea a un hombre como sastre jefe, él ayuda enseñando a las mujeres el oficio de coser en máquinas de coser a pedal. He descubierto que las mujeres deben aprender muchas de las cosas que yo daba por sentadas antes de que podamos crear nuestra producción. Usar tijeras para cortar telas era algo desconocido para la mayoría de las mujeres, pero ahora están incluso cortando moldes para que las costureras cosan.
Las mujeres han progresado mucho en sus habilidades. Mariama es una artista natural, y se nota en todo lo que ella hace. Aprendió a teñir y a fabricar alhajas y siempre me entusiasma ver todo lo que es capaz de hacer. Mariama me dijo cuán agradecida está por adquirir esta clase de experiencia.
Como tienen muchas responsabilidades en sus hogares y en la comunidad, las mujeres trabajan solamente dos mañanas por semana. Las mujeres reciben ahora una paga por cada día de trabajo, en base a su nivel de especialización, y las que cosen reciben pago por cada pieza que confeccionan. Así que cada día que las mujeres vienen a trabajar, reciben pago sin importar cuando la producción sea vendida.
La mayoría de las mujeres desean ahorrar sus pagas hasta cierto momento. MSC guarda sus pagas hasta que las pidan, ya que hemos descubierto que de lo contrario son presionadas para que compartan o entreguen su dinero a otros que piden ayuda. Si guardamos el dinero para entregárselo cuando lo piden, entonces ellas no tienen dinero en sus manos para que otros se la “coman”. Algunas de las mujeres juntan sus pagas semanalmente o mensualmente, y otras no han tocado lo que ganaron por un año.
Las mujeres emplean su dinero para muchas diferentes cosas — como costear la matrícula escolar de sus hijos e hijas, comprar cosas como arroz y pescado para cocinar, pagar las cuentas médicas cuando ellas están enfermas o sus hijos lo están, ayudar con los gastos generales del hogar si su marido no tiene trabajo, o comprar ropas y poder viajar para asistir a ceremonias familiares o de amistades, y otras celebraciones.
Mba, una mujer con un espíritu amable que realiza cualquier tarea que se le dé como si fuera la más importante, me dijo que considera que MSC es una huerta. Ella se da cuenta que la tierra debe ser trabajada para producir, y está entusiasmada pensando que esta empresa algún día puede dar trabajo a sus hijos también.
Ella me dijo que nunca soñó que estaría haciendo esta clase de trabajo porque no había ido a la escuela. “Sólo Dios puede saber estas cosas”, dijo. Yo estuve de acuerdo. Cuando era una niña, nunca soñé que iba a estar viviendo en África junto con preciosas amigas y sintiendo la alegría de trabajar con ellas diariamente. Sólo Dios conoce estas cosas, y su plan para nosotros es aun mayor de lo que podemos soñar.
Como tengo que regresar a los Estados Unidos pronto, estos próximos meses estarán llenos de aprendizaje, lecciones, repasos de nuestros productos y también de buenos momentos al continuar fortaleciendo las hermosas relaciones con mis amigas. Las mujeres, algunas de las más maravillosas que habré conocido en mi vida, han aprendido oficios que les brindarán la oportunidad de sostenerse ellas mismas y a sus familias. Sin embargo, La Empresa de mis Hermanas no ha sido una bendición solamente para las mujeres de Gambia aquí, sino también para mí y otras que no han tenido la oportunidad de formar parte del grupo.
Lori Doll sirve con EMM en Gambia.
Con la ayuda de Milka Rindsinski y el permiso de la Misión pudimos traducir este artículo, que es una reflexión sobre el trabajo misionero de la Misión "Eastern Mennonite Mission". Fue publicado en su periódico "Missionary Messenger" Agosto/Septiembre 2010.
Esperamos que pueda ser de inspiración para muchos.
HW
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