Pedaleando por Palestina.
Traducción AMLAC.
Sarah Thompson esta actualmente sirviendo como trabajadora del CCM en SALT (Sirviendo y Aprendiendo Juntos) en Sabeel, el Centro Cristiano Ecuménico de Teología de la Liberación. Ella está graduada del Bethany Christian High School (Goshen, Indiana, USA), del Spelman College (Atlanta, Georgia) y del Associated Mennonite Biblical Seminary (Elkhart, Indianda). Su iglesia es la Prairie Street Mennonite Church en Elkhart, Indiana.
“Shu hadda?” un niño grita mientras yo me deslizo con un zumbido camino al trabajo en Sabeel. “Fi baskalet!” responde su compañero mientras ambos rien y señalan en mi dirección. Aunque muchas mujeres extranjeras que trabajan para organizaciones internacionales se siente frustradas por la atención indebida que reciben en las calles, yo no estaba siendo acosada por estos muchachos.
Era mi bicicleta la que había captado su atención. Con llantas del diámetro de una pelota de baloncesto y un travesaño muy bajo cerca de la calle, mi pequeña bici Dahon Presto es un espectáculo poco común. Toda la maquina puede caber en una sola pieza en una maleta para aeropuerto. En efecto, asi es como me la traje como a Jerusalén desde Elkhart, Indiana.
Andar en bicicleta por todo Jerusalén me ofrece una perspectiva única. Es un método lento de transporte, sin embargo puedo llegar a todos los lugares que deseo. En primero lugar, la uso para ir y volver al trabajo en Sabeel, donde ayudo en la investigación para el próximo libro del director Naim Ateek, edito y escribo para Sabell Wave of Prayer (un email de envío semanal a más de 4.000 personas de todo el mundo que están comprometidas a orar y trabajar por la paz y la justicia en Palestina-Israel). Mientras pedaleo de un lado de la ciudad, veo mujeres en el hiyab, hombres bebiendo té. Del otro lado de la ciudad, observo turistas perdidos y jóvenes con largos rizos balanceándose en los patios de juegos.
La bici solo ha sufrido un resbalón y caída (uso casco) y fue robada una vez. Cuando algunos jóvenes se reunieron para tomarla de la parte de atrás del autobus (aún en la estación) donde yo la había doblado y guardado, el conductor saltó del autobus y corrió tras ellos gritando “Haalako” “Suéltenla”. Ellos la dejaron caer y corrieron. Todo el resto de las personas en el autobus les gritaron también, y comprobaron para estar seguros, yo estaba bien. “Haram!” dijeron, una palabra árabe que significa “prohibido”, o más directamente “no way Jose!” (trad.: “de ninguna manera Jose”. Me gustó mucho el sentido de comunidad espontáneo que sentí esa tarde. Fue un recordatorio de cuan cálida y hospitalaria la gente de Jerusalem ha sido conmigo, uno de las/los tantos voluntarios extranjeros aquí.
Al menos dos veces a la semana, pedaleo para conectarme con judíos israelitas y árabes en una clase de gimnasia. La clase es en el gimnasio al otro lado del pueblo de dónde vivo, trabajo y asisto a la iglesia. Es un largo viaje que implica andar en bicicleta, doblar la bici y subir a un autobús, evadir carriolas de bebes, caminar, compartir vehículos y algunas veces un paseo ligero en tren. Cada uno de los segmentos de este viaje me lleva a través de los muchos mundos que se chocan aquí, religión judía, cristianos palestinos, judíos seculares, musulmanes, colonos judíos, judíos Haredim, barrios de Ashkenazi (judíos europeos), sefaradíes (Oriente Medio), y judíos etíopes y africanos. Moverme en esta variedad de espacios es una opción política y teológica que yo hago.
Cada decisión que uno hace aquí es política y teológica. Es de este modo dondequiera que vivamos, pero aquí se siente de manera más aguda. La decisión de montar mi bicibleta en los Estados Unidos está conectada con lo que está sucediendo en esta región, en términos generales. Andar es bicicleta es parte de mi decisión de vivir lo más sencillamente posible, y cuidar la creación mediante la reducción de mi consumo de petróleo. Asi como espero que más biciletas pueblen las calles de Estados Unidos – reflexiono para mi – Espero que mi ejemplo inspire a más habitantes de Jerusalén a adoptar la opción de montar en bicicleta también. En Arabia Saudia, algunas mujeres se visten como hombres para poder montar sus bicicletas en público. Es genial poder viajar en bici por Palestina sin trabas. Puedo procesar la gran cantidad de experiencias que vivo aquí mientras zigzageo velozmente a traves de horas de tráfico, de paragolpes contra paragolpes en la ciudad cada mañana.
La bicicleta además es una gran comenzadora de conversaciones, provocando que los extraños se acerquen y me hablen. Me preguntan que hago aquí, y les cuento que soy una discípula de Jesucristo, y cómo esto me empuja a trabajar por la justicia de forma no violenta y el shalom/salam. He hecho muchos amigos aquí por la bicicleta.
En un momento mi bicicleta necesitó reparación, y tratar de limpiarla y repararla en una Jerusalén dividida merece una historia completa en si mismo!. Simboliza para mi todo lo que es hermoso y lo que está quebrado en esta tierra. Finalmente conseguí que la reparen y continúo pedaleando por todos lados, sonriendo a los transeúntes soprendidos y minimizando mi huella de carbono mientras trabajo en mi tarea en SALT!.
Para más información sobre el programa SALT ir para ver puestos disponibles para jóvenes adultos año 2012-2013 visite: salt.mcc.org
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