martes, 8 de marzo de 2011

"DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER"

 
ÁTICULO ENVIADO POR ALIX LOZANO, MEXICO
 La prevención de la violencia de género como solidaridad anticipada
Mireya Baltodano
En una nueva fecha en que se celebra el Día Internacional de la Mujer conviene preguntarnos, como instituciones de formación teológica, qué papel nos corresponde jugar para reducir la violencia de género contra las mujeres.  El papel a jugar está en el corazón mismo de nuestro quehacer: una formación que lleve al ser humano a su expresión más cercana de la imagen con la que fue creado, la de hijas e hijos de Dios dignificados por su Gracia. 
La formación teológica podría ser entonces una manera de prevenir la violencia de género.  Prevenir es prepararse para evitar un riesgo.  El riesgo es la probabilidad de que ocurra un daño causado por un peligro.  El peligro entonces es la fuente u origen del daño.  Esta ecuación riesgo–peligro–daño la podemos ver fácilmente en los mal llamados accidentes, en las enfermedades evitables, o en los desastres como consecuencia del descuido ambiental. En los casos de violencia de género el riesgo es la probabilidad de que haya mujeres maltratadas, excluidas o devaluadas por su sola condición de género. El peligro se da porque la lógica patriarcal ubica a hombres y mujeres en una relación de poder desigual que es violenta en sí misma y reproduce la violencia.  La prevención, entonces, debería estar orientada a cuestionar y desentrañar la condición de género de las mujeres, que es el peligro que las coloca en riesgo de sufrir un daño.
La Iglesia ha sido partícipe desde sus inicios en la creación de estas imágenes de hombres y mujeres que constituyen el peligro para que las mujeres corran el riesgo de ser agredidas.  Estas imágenes de hombres y mujeres no son cercanas a la semejanza de Dios, pero en algunas iglesias se las sigue enseñando y modelando por el liderazgo.  Las instituciones de educación teológica tienen la posibilidad y la responsabilidad de revisar las  interpretaciones bíblicas peligrosas y contribuir con una reflexión teológica que elimine los riesgos de misoginia y machismo y sea así partícipe en la prevención de la violencia de género.    La prevención, a través de la formación teológica, es una forma de solidaridad anticipada.  No esperemos a que el daño ocurra porque no supimos prevenir el peligro.

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