viernes, 8 de abril de 2016

REFLEXIÓN ENVIADA POR GRACIELA RAMIREZ

Dios y su valoración de la mujer

 


A través de la Biblia vemos acciones de parte de Dios en relación con la mujer que nos permiten intentar explicar cómo nos ve desde que nos creó.
Adán y Eva
La primera explicación que tenemos es que viendo solo al hombre, Dios hace para él una compañera que será su ayuda  (en hebreo ezer).  
Al mismo tiempo dice que la ayuda será idónea  para el hombre, y eso significa adecuada por ser complementaria. El equivalente en hebreo de “idónea”  es kenegdó
Pero además, en otros lugares de la Biblia la expresión ezer kenegdó, se usa para describir a quienes rodean, protegen, socorren, ayudan, y apoyan.

El vocablo  ezer  es el mismo que se emplea para decir “Dios es mi ayuda”  y “Oh, Señor, sé tú mi ayuda”. Y Dios es fuerte.
El sentido en que estos vocablos hebreos son usados amplía el significado de ayuda idónea, ya que además de ser un complemento para el varón, la mujer es considerada fuerte y puede ser tremendamente capaz.  Esto es lo que somos o podemos ser.
Mujeres del Antiguo Testamento
En las historias de la Biblia referidas al pueblo de Israel,  encontramos que Dios se vale de mujeres para bendecir a su pueblo:
        María, la hermana de Moisés, es  valiente defensora de la vida de su hermano y creadora de un canto de alabanza luego que el pueblo cruza el Mar Rojo en forma milagrosa.
        Rahab, una prostituta, es instrumento para liberar a su pueblo y luego forme parte de la genealogía de Jesús.
        Débora actúa como jueza de su pueblo, a quien todos recurrían para solucionar sus problemas.
        El llanto de Ana es escuchado y le es concedido ser mamá del gran profeta Samuel.
        Abigail actúa para mediar en un enfrentamiento bélico.
            Volviendo atrás en la historia, nos detenemos en la de Agar, esclava y sierva de Abraham y Sara, su mujer. Como esclava recibió el trato de  tal, alguien a la que se podía usar y dejar cuando sus amos lo desearan. En dos momentos de la vida de esta mujer, Dios se le aparece, la llama por su nombre, le hace sentir su presencia, le da sentido a su vida, le da propósito y futuro. A través de su hijo surgirá una nación. Y lo más tierno es que ella toma conciencia de que “Dios es el que me ve”. A pesar de lo que somos y de lo que era Agar en ese momento, lo que quiero destacar ahora es cómo es Dios. Que Dios es el que nos ve como seres valiosos y se acerca para hacérnoslo saber.
            La primera vez que Dios se acerca a Agar es cuando huye de la casa de sus amos, porque estando embarazada su ama la maltrataba, y ella no lo soporta y se va.

 El encuentro es en el desierto, con pocas posibilidades de sobrevivir. La segunda vez, es con su hijo adolescente, de unos 14 años, Abraham la despide de su casa con un odre de agua y un pan para que se vaya por el desierto. En una nueva situación límite Dios vuelve a aparecer para recordarle quién es El y cuál había sido su promesa de formar de su hijo un pueblo fuerte (Islam). Esta historia nos muestra que el trato de Dios con los seres humanos no va por el mismo camino que el nuestro. Dios siempre nos ve en nuestras condiciones y nos busca para sacarnos de sus consecuencias.
Mujeres del Nuevo Testamento
 Tan importante es para Dios la creación del ser humano (hombre/mujer) que cuando planea hacerse ver entre nosotros, elige nacer como un bebé y ser parte de una familia, base de toda  sociedad. (familia de h/m). Para esto necesariamente elige a una mujer, María,  y a un hombre, José.
            Veamos el contexto histórico y social del momento en que Jesús llegó a este mundo.
            La oración diaria de un hombre judío era dar gracias a Dios por no haber nacido mujer, así que con esto basta para saber el lugar que ocupábamos en ese entonces en la sociedad. A eso agregamos que las mujeres no tenían instrucción, estaban sujetas a las tareas del hogar y a tener hijos. Las mujeres no podían tocar a un hombre durante su período menstrual porque eran impuras y lo contaminaban. No le dirigían la palabra en público a un maestro o a alguien con responsabilidades sacerdotales o jerárquicas en el pueblo.
            En este contexto según el relato bíblico,  el ángel Gabriel se le aparece primero a María, probablemente adolescente de unos 13 o 14 años. María posee las cualidades que la hacen especial para Dios: “Llena eres del favor (gracia), el Señor está contigo.” María era una mujer piadosa, respetuosa del obrar de Dios en las vidas de los seres humanos.   De lo contrario ¿habría elegido Dios y estaría con una mujer que en su vida privada le daba la espalda? Una vez más Dios busca a una persona sencilla, de condición humilde, sin importancia para la sociedad. Esta condición, probablemente, sea lo que la sorprendió ¡Qué ella sea la elegida!

            En el tiempo en que Jesús llega al mundo, había entre los judíos grupos muy piadosos, que probablemente se reunían en sus hogares para meditar en los textos a su alcance o las historias trasmitidas en forma oral, y dedicar  tiempo a cantar y orar, o sea que  cultivaban la espiritualidad como a Dios le agrada –desde los hogares. Esto explica por qué  María sabía que un día se anunciaría la llegada del Mesías esperado y que, después que el ángel se va,  canta una canción que no le pertenece totalmente sino que es casi copia del canto de Ana, la madre de Samuel.
            Algunas características sobresalientes de María:
            Como tantas jóvenes que con mucho coraje afrontan el desafío de ser madres solteras y enfrentar habladurías, María se embarca en un proyecto divino con valentía sin saber lo que todo ello implicaba. Lo que no quita que su primera reacción sea de turbación y temor.  María aceptó el proyecto de Dios y no midió las consecuencias que se le venían encima. Tenía que decir a sus padres –y a José– que estaba embarazada ¿Cómo hacerle entender que fue obra del Espíritu Santo?  La realidad es que estando comprometida, quedar embarazada era como adulterar. Por lo tanto estaba condenada a morir lapidada. No le era permitido divulgar el milagro en su vida. Esto traería su muerte.
            A María le llegó el gozo de ser la elegida para que el Mesías esperado y anhelado naciera, pero a la vez era inevitable el dolor por las circunstancias en las que estuvo envuelta. Aceptó las directivas de Dios sin cuestionamientos, sin pensar en el costo. Seguramente tuvo algunos contratiempos. Tal vez por eso pensó que su prima Elisabet le comprendería mejor que nadie ya que también estaba embarazada milagrosamente, debido a su avanzada edad.  Caminó sola 6 km. hasta su casa porque era muy probable que en Elisabet encontraría consuelo y protección que ni su familia ni José podían darle.
            María, perteneciendo a un pueblo campesino, de unos 500 habitantes, seguramente estaba acostumbrada a trabajos pesados. Será por eso que soportó, con nueve meses de embarazo, un viaje hasta Belén, varios días caminando. Probablemente no le fue extraño tener su bebé en un lugar como un establo. Habrá visto muchos nacimientos de animales.
            El nacimiento de Jesús es una muestra más de que Dios está más cerca de los humildes y marginados que de los poderosos, o simplemente de los que viven cómodos con su estilo de vida.  
            María, era también mujer fuerte y segura para enfrentar el hecho de tener que huir de su tierra para proteger a su bebé y tantas cosas raras que pasaron desde el nacimiento de su niño,
            Y ¿qué decir de cuando Jesús fue joven y comenzó su ministerio?  María habrá estado más de una vez con el corazón en la boca porque sabía que estaba revolucionando a su pueblo, para bien y en muchos casos para mal, amén del riesgo de caer en manos del imperio Romano y que lo mataran por sedicioso.
            ¿Qué decir de su fortaleza emocional cuando se animó a contemplar a su hijo crucificado?  ¿Podríamos nosotros hacerlo? Ella estaría algo acostumbrada a ver a otros crucificados pero esta vez se trataba de su hijo, inocente y muy maltratado. Vemos a María como una mujer que ama a su hijo, que lucha por él y que no teme mostrarse públicamente  a riesgo de ser encarcelada, no solo  por ser su madre sino también seguidora de sus enseñanzas, las mismas que provocaron la muerte de él. Recordemos que cuando lo apresaron  los discípulos de Jesús  salieron corriendo y se escondieron. Junto a la cruz estaban María y otras mujeres y sólo un hombre, Juan, un joven arriesgado también.
            ¡Que la vida de María nos inspire a ser fuertes, decididas, valientes para enfrentar riesgos por obedecer a Dios y por sobre todas las cosas a ser seguidoras de Jesús, el Señor!
Jesús y las mujeres
            Creemos que Jesús vino a este mundo a mostrarnos como es Dios en su manera de pensar y actuar.  En los relatos de los evangelios veamos cómo trató Jesús a las mujeres.          Su actitud fue notablemente diferente a la de los hombres de su época, por algunas razones que ya mencioné y porque la historia nos cuenta que la mujer era propiedad del hombre, fuera éste padre, esposo o hijo crecido,  y, si quedaba viuda, le pertenecía al hermano de su esposo.      
            Una mujer nunca era verdaderamente libre. Sus derechos y deberes estaban por debajo de los del hombre.  Un rabino de ese tiempo escribió “Mejor que las palabras de la Torá sean quemadas antes que ser confiadas a una mujer. El que enseña a una hija la Torá es como el que le enseña lascivia”.

            En el encuentro con mujeres, Jesús violó las costumbres de su tiempo, se acercó a pobres, endemoniadas, prostitutas, viudas, enfermas impuras. En ningún momento dijo que las mujeres fueran superiores sino quiso incluirlas con la dignidad que poseen. Jesús no se comprometió en prácticas discriminatorias e injustas. Vez tras vez y deliberadamente se relacionó con ellas y con su enseñanza las desafió a seguirle.
            Mencionaré algunos encuentros de Jesús con las mujeres:
-          Con una mujer sirio fenicia, marginada por tres razones: 1) no debía hablar en público con un hombre, 2) era extranjera y 3) se la asociaba con los cananeos y las religiones que fomentó la cruel reina Jezabel.
-          La mujer en la casa de Simón el fariseo, hombre que representaba lo mejor y lo más serio de la tradición hebrea, derrama perfume en los pies de Jesús, se los moja con sus lágrimas y se los seca con sus cabellos. Al aceptar esta muestra de amor y devoción, revela la nueva manera de  relacionarse y recibir a los marginados, en este caso a una mujer. Simón se escandaliza porque Jesús permite que lo toque una mujer y que además esta sea de mala reputación.
-          Sana a una mujer encorvada en un día sábado frente a los fariseos y la llama hija de Abraham.  Le da estatus, dignidad, porque esa manera de dirigirse en esos días era sólo para los hombres. La toca, no podía hacerlo, y menos un sábado, y la restaura en medio de un grupo de hombres y mujeres reunidos.
-          Una mujer es acusada de adulterio por un grupo de hombres legalistas, deseosos de que se cumpla la ley a rajatablas. Jesús le extiende su perdón para liberarla de su pecado y para que no lo vuelva a hacer.
-          El encuentro de Jesús con la mujer samaritana:

            Más que marginada por pertenecer a un pueblo con el que estaban enemistados y por ser su condición de despreciada por los hombres. Hasta los discípulos se sorprenden de que esté hablando con la samaritana. Les dice con su acción que la voluntad de su Padre es que rompa con todas las barreras y se acerque al necesitado, en este caso una mujer.
            Lo notable es que la conversación con la samaritana es de un carácter espiritual un poco complejo para entenderlo enseguida, y sin embargo le da a ella la oportunidad de entender que es hija de Dios. Es a ella a quien se revela como el Mesías esperado y explica que a Dios se le adora en todo lugar si se hace en espíritu y en verdad.  La desafía a pensar en sí misma y a comprometerse con un Dios que respeta su valor humano. El encuentro con Jesús  hace a la mujer un testigo de lo que vivió y coloca a la iglesia en el futuro de los samaritanos.
            Jesús protestó y defendió a las viudas que en ese tiempo no contaban con protección social ni familiar, y tampoco seguridad económica. Se aprovechaban de la debilidad de las viudas para quitarles la casa. Resucitó al único hijo que tenía una de ellas y elogió a la que ofrendó dos monedas porque dio todo lo que tenía en contraste con los ricos que daban de lo que les sobraba.
            Jesús permitió que mujeres lo acompañaran en su ministerio. María y Marta lo recibían en su casa, María se podía sentar a los pies del maestro como cualquier hombre/discípulo lo haría y Jesús valoró la actitud de ella por querer aprender.

            Cuando enseñó sobre el matrimonio y el divorcio puso énfasis en el proyecto de Dios de que los dos sean uno, lo cual presupone subrayar que la dignidad y el valor de la mujer están a la par de los del hombre.
            Las mujeres fueron testigos de Jesús cuando resucitó.  En un tiempo en que el testimonio de una mujer no era válido, Dios anunció esta maravillosa verdad por medio de mujeres.
            Jesús no fue solo un buen “caballero” atento con las mujeres, sino que las restauró a su dignidad de personas valiosas como seres humanos y consideradas por él y por su Padre de igual importancia que el hombre, según se propuso Dios desde la creación del ser humano.
            La vida de Jesús entonces resume el título de esta presentación “Dios y su valoración de la mujer”. Jesús nos vino a mostrar con su vida cómo es Dios. Está en nosotras apropiarnos de ese valor.
BIOGRAFÍA
"Creados como iguales"
Linda Gehman Peachey

"Las mujeres en el movimiento de Jesús el Cristo"
Elsa Tamez

"La mujer y la visión profética, las precursoras de Jesús"
Juan Driver

"La mujer y Jesús, el testimonio de los evangelios"
Juan Driver

Revista certeza Nº 57

"La liberación de la mujer"
Daniel Schipani, Linda Sellevaag, y C. René Padilla




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