jueves, 27 de noviembre de 2014

NOTICIAS DE PARAGUAY



Mi Historia

(Citlalli Ríos Bonilla)

            Mi nombre es Citlalli. Mi nacionalidad, mexicana. Nací en el D.F y tengo 37 años. Estoy casada con Roberto Hernández hace 19 años y tenemos 2 hijos (Daniel de 17 y Sara 11 años). Vivimos en Paraguay desde hace 5 años. Muy pronto cumpliremos 6 de residencia en este hermoso país. Llegamos un 30 de enero del año 2009.
            Decidimos venir a Paraguay por un llamado que Dios nos hizo de ir a estudiar. Estuvimos orando por más de dos años. Buscábamos una Universidad Menonita, pues mi esposo ama la teología menonita anabautista. El plan original era que yo fuera a estudiar la Licenciatura en Teología y mi esposo buscara trabajo porque no contábamos con el apoyo de alguna iglesia para mantenernos como familia. Sin embargo el plan de Dios era otro.
            Mi esposo no pudo obtener trabajo en el primer año, debido a que no conocíamos a nadie, porque como es sabido, Paraguay es el país de los amigos y si no te conocen es difícil entrar en alguna institución. Eso pensaba en aquel tiempo difícil. Pero Dios tenía un plan para nosotros y permitió a mi esposo estudiar junto conmigo el primer año de teología para poder acceder a una Maestría en Ciencias Pastorales, ya que él tiene una Lic. en Administración de Empresas pero no en Teología.
            Por la misericordia de Dios, durante ese año también pudo estudiar Capellanía Empresarial. Todos los recursos los puso el Señor. Y un pastor del Chaco supo de nuestra situación y nos consiguió una beca para vivir el segundo semestre del año, pues el primer semestre vivimos con lo que habíamos ahorrado en México.
            Dios trató con nosotros en gran manera en el área económica. Aprendimos a vivir con lo que Dios nos daba en ese momento. No sentimos tristeza sino al contrario un gozo grande por ver la mano de Dios moverse a nuestro favor,  viendo como cada día nos sustentaba de una manera sorprendente. Inclusive nuestros hijos no necesitaron zapatos mientras vivimos en CEMTA porque todos los niños andaban descalzos por tanto calor. Entonces no importaba que no tuvieran más que un par, y solo para ir al colegio.
Aprendimos a vivir entre los menonitas de las colonias (los aleguayos) y entre los latinos paraguayos (conocidos como latinguayos). Una mezcla impresionante de culturas entre el dialecto alemán en las rondas de tereré y el guaraní de los paraguayos.
Cuatro años vivimos en CEMTA y en ese transcurso conocimos a Martha y Rogelio Duarte, mi profesor por 3 años hasta que se fueron a Guatemala. Justo en mi segundo año de Teología el Profesor Rogelio me hizo la invitación de trabajar en la cárcel de Mujeres el Buen Pastor junto a su esposa Martha. Formamos un buen equipo y comencé aprender de esta hermosa Pastora, a quien considero mi amiga. Doy gracias a Dios por su vida ya que en este período, visitando la cárcel,  pude darme cuenta de que yo amaba trabajar con las mujeres, descubrí mi pasión por ayudarlas y ser de utilidad para sus vidas.
La primera vez que escuche de las Mujeres Teólogas de América Latina (MTAL) fue en el año 2009 en la Asamblea del Congreso Mundial Menonita que se llevó a cabo en Paraguay. La hermana Martha tuvo a bien invitarme y ahí me rencontré con algunos rostros conocidos como Rebeca González y Ofelia García. Me pareció bastante interesante y controversial la reunión que tuvieron debido a las diferentes posturas ya conocidas en las Iglesia Menonitas de la Convención (CONEMPAR) y los Hermanos Menonitas, donde hay grupos a favor y en contra del trabajo entre las mujeres, principalmente si son teólogas.
Con la hermana Martha soñamos en hacer algo para las mujeres. Un aporte en áreas donde hay mucha necesidad,  como en cuanto a violencia física, verbal y psicológica; baja autoestima, depresión, el matrimonio etc. Entonces Martha me comentó del taller que habían tenido en Bolivia y propuso que estuviésemos orando para que las hermanas que impartían ese taller pudieran venir a Paraguay.
Nuestras oraciones fueron escuchadas. Nos enteramos de que la hermana Estela Armoa, cuando estuvo en Bolivia, había hablado con las presentadoras del Taller “Cuidado mutuo entre mujeres”,  Rhoda  Shenk y Carolyn Heggen. De modo que soñamos con la posibilidad de hacer esto realidad entre las Menonitas y Hermanas Menonitas.
Entonces nos reunimos en un grupo de las dos convenciones para planear este hermoso taller que Dios estaba poniendo en nuestras manos e iniciar los preparativos. Sin embargo la organización se vio en shock por el fallecimiento de la hermana Estela. El mensaje que dio su familia fue muy claro para nosotras, NO DESISTAN, A ESTELA NO LE GUSTABAN LAS LAGRIMAS, ELLA HUBIERA QUERIDO QUE SIGUIERAN ADELANTE. Esto nos impulsó a continuar aun  con más pasión. Y por la misericordia de Dios se logró juntar a 113 mujeres aproximadamente que vinieron de muchas partes del Paraguay, de lugares lejanos. Y hasta de Argentina vino un grupo bastante numeroso, de entre 10 y 15 personas.
Nos dimos cuenta de que Dios estaba respaldando todo lo que hacíamos. Había puesto en el corazón de las mujeres esa necesidad de reunirnos y no solo eso, sino  que podían aprender cómo tratar a gente en situaciones de crisis, tales como pérdidas, depresión, enfermedad, etc.  Regresarían luego a reproducir en sus iglesias todo lo que habían aprendido.
Durante el taller sentimos fuertemente la presencia del Espíritu Santo obrando en la vida de las mujeres. Muchas fueron confrontadas, consoladas, restauradas  y sobre todo sanadas de sus diferentes situaciones. Volvían a casa con las pilas llenas y con la pasión de llevar a cabo este cuidado mutuo entre mujeres.
Actualmente muchas de nosotras seguimos reproduciendo el taller, capacitando a otras para hacerlo en su comunidad y también invitando a quienes sienten la necesidad de contar su historia para recibir sanidad de parte de Dios. Hemos aprendido a escuchar y a ser empáticas con el dolor de las mujeres que nos rodean.

Doy gracias a Dios porque me permite ser parte de este grupo y a la vez también doy gracias porque me permite trabajar junto con mi esposo en la organización de Diaconía-ADP (Asociación para el Desarrollo del Paraguay) donde tengo un completo acceso a mujeres en su mayoría no cristianas. Les acercamos la palabra de Dios a sus comunidades, oramos por ellas y las capacitamos en el área financiera. La finalidad es que puedan desarrollarse como mujeres empresarias. Muchas de ellas son cabeza de familia. Abarcamos las áreas social, económica y espiritual, buscando que ellas contribuyan al desarrollo de la comunidad. Para mayor información se puede visitar la página web de Diaconía:  http://www.diaconia.com.py/

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