Mi Historia
(Citlalli Ríos Bonilla)
Mi
nombre es Citlalli. Mi nacionalidad, mexicana. Nací en el D.F y tengo 37 años.
Estoy casada con Roberto Hernández hace 19 años y tenemos 2 hijos (Daniel de 17
y Sara 11 años). Vivimos en Paraguay desde hace 5 años. Muy pronto cumpliremos
6 de residencia en este hermoso país. Llegamos un 30 de enero del año 2009.
Decidimos venir a Paraguay por un
llamado que Dios nos hizo de ir a estudiar. Estuvimos orando por más de dos
años. Buscábamos una Universidad Menonita, pues mi esposo ama la teología
menonita anabautista. El plan original era que yo fuera a estudiar la
Licenciatura en Teología y mi esposo buscara trabajo porque no contábamos con el
apoyo de alguna iglesia para mantenernos como familia. Sin embargo el plan de
Dios era otro.
Mi esposo no pudo obtener trabajo en
el primer año, debido a que no conocíamos a nadie, porque como es sabido,
Paraguay es el país de los amigos y si no te conocen es difícil entrar en alguna
institución. Eso pensaba en aquel tiempo difícil. Pero Dios tenía un plan para
nosotros y permitió a mi esposo estudiar junto conmigo el primer año de
teología para poder acceder a una Maestría en Ciencias Pastorales, ya que él
tiene una Lic. en Administración de Empresas pero no en Teología.
Por la misericordia de Dios, durante
ese año también pudo estudiar Capellanía Empresarial. Todos los recursos los
puso el Señor. Y un pastor del Chaco supo de nuestra situación y nos consiguió
una beca para vivir el segundo semestre del año, pues el primer semestre
vivimos con lo que habíamos ahorrado en México.
Dios trató con nosotros en gran
manera en el área económica. Aprendimos a vivir con lo que Dios nos daba en ese
momento. No sentimos tristeza sino al contrario un gozo grande por ver la mano
de Dios moverse a nuestro favor, viendo
como cada día nos sustentaba de una manera sorprendente. Inclusive nuestros
hijos no necesitaron zapatos mientras vivimos en CEMTA porque todos los niños
andaban descalzos por tanto calor. Entonces no importaba que no tuvieran más
que un par, y solo para ir al colegio.
Aprendimos
a vivir entre los menonitas de las colonias (los aleguayos) y entre los latinos
paraguayos (conocidos como latinguayos). Una mezcla impresionante de culturas
entre el dialecto alemán en las rondas de tereré y el guaraní de los
paraguayos.
Cuatro
años vivimos en CEMTA y en ese transcurso conocimos a Martha y Rogelio Duarte,
mi profesor por 3 años hasta que se fueron a Guatemala. Justo en mi segundo año
de Teología el Profesor Rogelio me hizo la invitación de trabajar en la cárcel
de Mujeres el Buen Pastor junto a su esposa Martha. Formamos un buen equipo y
comencé aprender de esta hermosa Pastora, a quien considero mi amiga. Doy
gracias a Dios por su vida ya que en este período, visitando la cárcel, pude darme cuenta de que yo amaba trabajar con
las mujeres, descubrí mi pasión por ayudarlas y ser de utilidad para sus vidas.
La
primera vez que escuche de las Mujeres Teólogas de América Latina (MTAL) fue en
el año 2009 en la Asamblea del Congreso Mundial Menonita que se llevó a cabo en
Paraguay. La hermana Martha tuvo a bien invitarme y ahí me rencontré con
algunos rostros conocidos como Rebeca González y Ofelia García. Me pareció
bastante interesante y controversial la reunión que tuvieron debido a las diferentes
posturas ya conocidas en las Iglesia Menonitas de la Convención (CONEMPAR) y los
Hermanos Menonitas, donde hay grupos a favor y en contra del trabajo entre las
mujeres, principalmente si son teólogas.
Con
la hermana Martha soñamos en hacer algo para las mujeres. Un aporte en áreas
donde hay mucha necesidad, como en
cuanto a violencia física, verbal y psicológica; baja autoestima, depresión, el
matrimonio etc. Entonces Martha me comentó del taller que habían tenido en
Bolivia y propuso que estuviésemos orando para que las hermanas que impartían
ese taller pudieran venir a Paraguay.
Nuestras
oraciones fueron escuchadas. Nos enteramos de que la hermana Estela Armoa,
cuando estuvo en Bolivia, había hablado con las presentadoras del Taller
“Cuidado mutuo entre mujeres”, Rhoda Shenk y Carolyn Heggen. De modo que soñamos
con la posibilidad de hacer esto realidad entre las Menonitas y Hermanas Menonitas.
Entonces
nos reunimos en un grupo de las dos convenciones para planear este hermoso taller
que Dios estaba poniendo en nuestras manos e iniciar los preparativos. Sin
embargo la organización se vio en shock por el fallecimiento de la hermana
Estela. El mensaje que dio su familia fue muy claro para nosotras, NO DESISTAN,
A ESTELA NO LE GUSTABAN LAS LAGRIMAS, ELLA HUBIERA QUERIDO QUE SIGUIERAN
ADELANTE. Esto nos impulsó a continuar aun con más pasión. Y por la misericordia de Dios
se logró juntar a 113 mujeres aproximadamente que vinieron de muchas partes del
Paraguay, de lugares lejanos. Y hasta de Argentina vino un grupo bastante
numeroso, de entre 10 y 15 personas.
Nos
dimos cuenta de que Dios estaba respaldando todo lo que hacíamos. Había puesto en
el corazón de las mujeres esa necesidad de reunirnos y no solo eso, sino que podían aprender cómo tratar a gente en
situaciones de crisis, tales como pérdidas, depresión, enfermedad, etc. Regresarían luego a reproducir en sus iglesias
todo lo que habían aprendido.
Durante
el taller sentimos fuertemente la presencia del Espíritu Santo obrando en la
vida de las mujeres. Muchas fueron confrontadas, consoladas, restauradas y sobre todo sanadas de sus diferentes
situaciones. Volvían a casa con las pilas llenas y con la pasión de llevar a
cabo este cuidado mutuo entre mujeres.
Actualmente
muchas de nosotras seguimos reproduciendo el taller, capacitando a otras para
hacerlo en su comunidad y también invitando a quienes sienten la necesidad de
contar su historia para recibir sanidad de parte de Dios. Hemos aprendido a
escuchar y a ser empáticas con el dolor de las mujeres que nos rodean.
Doy
gracias a Dios porque me permite ser parte de este grupo y a la vez también doy
gracias porque me permite trabajar junto con mi esposo en la organización de Diaconía-ADP
(Asociación para el Desarrollo del Paraguay) donde tengo un completo acceso a
mujeres en su mayoría no cristianas. Les acercamos la palabra de Dios a sus comunidades,
oramos por ellas y las capacitamos en el área financiera. La finalidad es que
puedan desarrollarse como mujeres empresarias. Muchas de ellas son cabeza de
familia. Abarcamos las áreas social, económica y espiritual, buscando que ellas
contribuyan al desarrollo de la comunidad. Para mayor información se puede
visitar la página web de Diaconía: http://www.diaconia.com.py/