"Que tu nombre sea santificado"
"Que tu nombre sea santificado", es la primera petición del Padre Nuestro.
La tierra de Israel es santa no por ella misma sino por los que la habitan. El profeta Ezequiel lo había anunciado cuando el pueblo de Israel vivía deportado lejos del templo de Jerusalén de donde resplandecía la santidad de Dios: “Cambiaré vuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Y cuando yo haya arrancado este corazón de piedra y lo haya reemplazado por un corazón de carne, capaz de ternura, bondad y justicia, entonces seréis capaces de irradiar mi santidad”.
La Tierra Santa lo será no por su geografía sino por sus habitantes que actuarán un tanto como Dios Padre que es santo y desea que sus hijos sean santos. Jesús nos lo dejó dicho: “Sed santos como mi Padre celestial es santo”. Ahí está el modo de santificar el nombre de Dios, reflejar en nuestra vida un algo de la santidad de Dios, que ésta sea un reflejo de su santidad y nada lo refleja mejor que el amor que tengamos hacia los demás.
Por ello en esta petición de la oración dominical le estamos pidiendo a Dios la capacidad de saber escuchar, acoger, cuidar como Él escucha, acoge y cuida de nosotros. Para que de esta forma los creyentes seamos un poco los portadores de la imagen de Dios y seremos para los demás fuente de vida y esperanza. Un rayo de luz. Texto: Hna. María Nuria Gaza.