A nuestra maestra,
mentora, hermana: Leonor de Méndez
Leonor, Kathy, Mario
Presentado por: Alejandra Azurdia
Queridas hermanas, compañeras y amigas. Es de gran alegría poder estar reunidas en
esta mañana que tiene como objetivo principal que aprendamos
juntas, que nos reencontremos, y que volvamos a nuestros países con nuevas
fuerzas a compartir la riqueza de esta conferencia con hermanas y amigas de
nuestras congregaciones y comunidades.
Así que les damos la más cordial bienvenida a cada una de ustedes, nos
alegra mucho volver a encontrarnos y juntas asumir nuevos desafío. Que estos
días sean de bendición y crecimiento
para cada una de nosotras, que sean de aliento y refrescamiento para nuestras
vidas y nuestros ministerios en cada una de nuestras comunidades.
Uno de los primeros puntos que deseamos tocar
este día, es recordar a una amada hermana y amiga que ahora ya se encuentra
gozando de la presencia del Señor, pero no queremos dejar pasar este momento
para recordarla. Ella fue una reconocida líder y pastora que aun ahora su
recuerdo continua dejando enseñanzas.
Nuestra querida hermana Leonor de Méndez. Quisiera compartir con ustedes
algunos datos importantes de la vida y ministerio de nuestra hermana
Leonor.
Leonor nació un 8 de febrero, justo ayer
estaría cumpliendo 65 años. Leonor tuvo
una infancia muy dura, a los cinco años sus padres se divorciaron, fue a vivir
con su madrastra que no la aceptó, la
trababa mal, sin embargo, la presencia de Dios en su vida fue constante, jamás se imagino que llegaría tan lejos, mucho
más allá de su casa en la zona 11.
A los quince años recibió al Señor, tras un largo proceso, pudo perdonar a quienes en su infancia le provocaron tanto daño, decidió entrar al Instituto Bíblico y seguir a Cristo. En el camino conoció a quien sería su compañero de vida, nuestro hermano Mario Méndez. Cuando ella tenía 19 años y Mario 21 decidieron casarse, de ese amor nacieron 1 hijo y tres hijas, actualmente tenía 3 nietos.
Desde el inicio de su matrimonio tuvieron muy claro el compromiso con Dios, muy decididos iniciaron su vida cristiana, pastorearon en Huehuetenango, la ciudad de Guatemala, evangelizaron por todo el país, pastorearon en Honduras. Pronto conocieron la que sería la iglesia de sus amores: Casa Horeb, donde tuvieron la oportunidad de estudiar en Semilla. Es así como principian su contacto con el Anabautismo. Esto les permitió conocer puntos de vista diferentes, es así como siguen pastoreando la iglesia con este espíritu anabautista-menonita. Debido a las oportunidades de igualdad en la iglesia anabautista, Leonor empezó a predicar. Sus mensajes siempre fueron llenos de contenido, de mucha práctica cristiana, ella llevó el amor de Dios hacia todas las personas que le conocimos. Fue reconocida, admirada, valorada, dentro y fuera de la iglesia, su fe permaneció firme en medio de la enfermedad, de las pérdidas económicas, en medio de su diario caminar, dedicó su vida a trabajar con grupos de mujeres fortaleciendo, apoyando, construyendo, edificando.
Desde niña, tuvo la facilidad de hablar en público, lo que nunca imaginó es que algún día predicaría en convenciones mundiales, que ese interés por conocer, relacionarse y acompañar a las personas le llevaría a representar a las iglesias de Latinoamérica en el CMM, que viajaría a muchos países entre ellos Holanda, el cual siempre dijo que era el lugar en el que más cerca se sentía de estar en el cielo, que conocería a La Madre Teresa, que lloraría al ver las calles de India con extrema pobreza, Brasil, África, Puerto Rico, Centroamérica, Colombia, México, Pensilvannia, Winnipec Canada,
Le gustaba predicar, la diabetes le fue
deteriorando ciertas habilidades, en especial la vista, junto con su amado
esposo Mario seguía estudiando, llegó el
momento en el que ya no pudo escribir sus mensajes porque no los veía, eso no
fue obstáculo para ella, hacía tarjetas con letras grandes, escribía frases
para recordar, luego las frases se convirtieron en palabras, es así como las
tarjetas se convirtieron en su apoyo.
El 5 de abril del año pasado, su querido
compañero de vida, Mario Méndez, perdió la batalla contra la cirrocis, su mundo
se desmoronó, a pesar que su salud ya estaba bastante deteriorada siempre salía
adelante, pero la pérdida de Mario fue
mayor que sus ganas de vivir, a los cuatro meses tuvo un accidente que la tuvo
en el hospital por cinco meses, luchó mucho, pero al final su cuerpo, su ánimo, se vino
abajo, 45 años de casada, toda una vida amando y sirviendo junto a su esposo,
presentando a Dios, como el rostro de la esperanza, de la tenacidad, del amor
incondicional.
Ahora nosotros tenemos las preguntas y ella tiene las respuestas, ahora está en donde siempre quiso estar al lado de nuestro Señor, gozando de salud, ya no hay inyecciones de insulina, ni convulsiones, ya no hay neuropatía, ya no hay olvidos, ni achaques, es un ser libre gozoso maravilloso, está en el paraíso, donde siempre quiso estar.
Siempre sonriente con palabras positivas para compartir, bendiciéndonos y animándonos a sus queridos hermanos de la comunidad, amó a Mario Méndez, amó a sus hijos, amó a sus nietos, amó a la Iglesia y amó a Dios más que nada ni nadie.
El canto que le gustaba y ahora lo está viviendo es el de Cara a Cara de Marcos Vidal.
Solamente una palabra
solamente una oración
cuando llegue a tu presencia o Señor
no me importa en qué lugar
de la mesa me hagas sentar
o el color de mi corona
si la llego a ganar
Solamente una palabra
si es que aún me quedan dos
y si llegue articularla
tu presencia, no te quiero hacer preguntas
solo una petición
y si puedo hacerlo a solas mucho mejor
solo déjame mirarte cara a cara
y perderme como una niña en tu mirada
y que pases mucho tiempo
y que nadie diga nada
porque estoy viendo al maestro cara a cara
que se ahogue mi recuerdo en tu mirada
quiero amarte en el silencio y sin palabras
y que pase mucho tiempo y que nadie diga nada
solo déjame mirarte cara a cara
solamente una palabra
solamente una oración
cuando llegue a tu presencia o señor
No me importa en qué lugar
de la mesa me hagas sentar
o el color de mi corona si la llego a ganar
solo déjame mirarte cara a cara
aunque caiga derretido en tu mirada
derrotada y desde el suelo
temblorosa y sin aliento
aunque seguiré mirando a mi maestro
cuando caiga ante tus plantas de rodillas
déjame llorar pegada a tus heridas
y que pase mucho tiempo y que nadie me lo impida
que he esperado este momento toda mi vida.
solamente una oración
cuando llegue a tu presencia o Señor
no me importa en qué lugar
de la mesa me hagas sentar
o el color de mi corona
si la llego a ganar
Solamente una palabra
si es que aún me quedan dos
y si llegue articularla
tu presencia, no te quiero hacer preguntas
solo una petición
y si puedo hacerlo a solas mucho mejor
solo déjame mirarte cara a cara
y perderme como una niña en tu mirada
y que pases mucho tiempo
y que nadie diga nada
porque estoy viendo al maestro cara a cara
que se ahogue mi recuerdo en tu mirada
quiero amarte en el silencio y sin palabras
y que pase mucho tiempo y que nadie diga nada
solo déjame mirarte cara a cara
solamente una palabra
solamente una oración
cuando llegue a tu presencia o señor
No me importa en qué lugar
de la mesa me hagas sentar
o el color de mi corona si la llego a ganar
solo déjame mirarte cara a cara
aunque caiga derretido en tu mirada
derrotada y desde el suelo
temblorosa y sin aliento
aunque seguiré mirando a mi maestro
cuando caiga ante tus plantas de rodillas
déjame llorar pegada a tus heridas
y que pase mucho tiempo y que nadie me lo impida
que he esperado este momento toda mi vida.
Y con esta inspiración queremos recordarla como
una mujer quien siempre estuvo tomada de la mano del Señor, tuvo una fe férrea,
a pesar de las situaciones difíciles en su vida siempre compartía esperanza en
sus prédicas y en su diario vivir.
Querida Kathy, en representación de todas
nosotras, queremos entregarte estas flores que representan el agradecimiento que tenemos a Nuestro
Creador por habernos permitido conocer a tu madre, Leonor y haber aprendido de
ella tanto, pero sobre todo la confianza, amor y fe que siempre tuvo en Nuestro
Señor Jesús.
En el
contexto del Seminario-taller “Hacia una renovación integral desde la palabra
de Dios: Espíritu, mente, cuerpo, relaciones”
Guatemala,
10 de febrero 2014
LEONOR