CUANDO EN LAS MATEMÁTICAS DIVINAS 14 SON 16… ¿Ó MÁS?
Un grupo de 13 mujeres de diferentes
iglesias cristianas y organizaciones que trabajan en derechos humanos y
construcción de paz en el país, formamos parte de la delegación nacional de ECAP[1]
durante la Semana Santa del 2015. Esta delegación centró su acompañamiento en la
comunidad campesina de El Guayabo,
corregimiento de Puerto Wilches, Santander, Colombia.
Esta comunidad está compuesta, aproximadamente
de 250 familias que desde hace más de 28 años habita en la región a orillas del
Rio Grande de La Magdalena y que desde el 2002 lucha por su permanencia en el
territorio, resistiendo el desalojo
ilegal por parte de la policía nacional y las fuerzas militares quienes se han
confabulado y parcializado a favor de un señor que se declara poseedor y
heredero ellas, sin haber vivido jamás
en las mismas.
Para llegar a El Guayabo viajamos río
arriba desde el puerto en Barrancabermeja por 2 horas y media por el majestuoso, aunque contaminado Río de La Magdalena, y en chalupa[2].
Al llegar a esta bella comunidad fuimos recibidas por un grupo de personas
entre ellos niñas y niños con pancartas de bienvenida y textos bíblicos. Sus
sonrisas, alegría, barullo me recordaron que estaba tocando un suelo sagrado,
habitado por personas con sueños, esperanzas. Sentí que nos recibían ángeles afirmando y
celebrando nuestra entrada a este territorio sagrado y como un presagio de Su presencia y acompañamiento permanente en la
comunidad y con nosotras durante estos días que denominamos “semana santa”, por
lo tanto estábamos en “lugar santo”, territorio sagrado.
Y digo territorio sagrado, porque las
personas que allí habitan son campesinos, hombres, mujeres y niños que luchan
por sus tierras que es como decir que luchan por sus vidas, porque eso es la
tierra para los campesinos: su vida y la vida es sagrada. También porque la
comunidad estaba todavía en duelo por la pérdida de tres integrantes que habían partido de esta tierra debido a un
accidente de chalupa.
Fuimos recibidas, hospedadas y alimentadas
en los hogares de algunas familias que nos acogieron amorosamente y de esa
manera nos fuimos conociendo, escuchando
sus historias de luchas, y donde de una u otra forma sentía la
protección y presencia de esos mensajeros divinos.
Junto con la comunidad organizamos y
realizamos dos momentos: una oración pública y una procesión por todo el casco
urbano finalizando con una liturgia, donde exorcizamos el miedo, la des-unión,
las venganzas, los odios, para dar paso a la unión, a la armonía, a la lucha
unida de todos y todas.
Así que continuando con la sensación de estar
en territorio sagrado menciono lo siguiente y que me impactó profundamente: el
jueves santo algunos líderes de la comunidad pidieron el acompañamiento de ECAP
en una de las parcelas mientras el tractor removería la tierra para posibilitar
la siembre de maíz. Así que las 2 personas que lideraban la delegación los
acompañaron. Hubo un momento en que el hombre que está detrás de estas tierras
inició una serie de improperios contra los campesinos y los dos Ecaperos, pero una
frase de él nos caló profundamente. El gritó: “donde
están los 16 chalecos azules[3]
que ayer vinieron…” el grupo total de la delegación eran 14 “chalecos azules” y
fue ese número el que estuvo presente durante la oración pública según nuestras
matemáticas, porque en las matemáticas divinas y lo que este hombre vio fueron
16.
Esto
me recordó 2 de Reyes 6:17 cuando el rey de Siria envía ejércitos con
caballería y carros sitiando la ciudad y sus habitantes, cuando el siervo del
profeta Eliseo ve esto le dice: Maestro que hacemos? Y Elíseo le responde; “No
temas, los que están con nosotros son
más que ellos” Creo que él vio lo que
nosotros no vimos (aunque lo habíamos sentido), en esta ocasión los ojos de
este hombre fueron abiertos para ver más allá que los demás.
¡Cómo me gustaría que él leyera esto!
Porque allí hubo una manifestación divina o epifanía para él: se le permitió
ver más allá para que entienda que su pelea no es con los campesinos de El
Guayabo, sino que su pelea es literalmente con Dios.
¡Cómo me gustaría que entendiera esto!, que
esta epifanía le está diciendo que
aunque Dios le ama a él también, Dios no
está de acuerdo con sus acciones, es decir aliarse con los poderosos, con los
fuertes para despojar, humillar al pobre, quienes son sus hermanos y hermanas,
ellos no son sus enemigos. Que El está y estará a favor siempre de los que
sufren y viven persecución, exclusión, despojo. Porque nuestras acciones buenas
o malas hacia nuestros hermanos es como
si lo hiciéramos a El (Mateo 25:40).
Será que él sabrá esto? Será que entendió
esto, que su pelea es con Dios? Que Dios está de parte de los que claman por
justicia, de los campesinos, de los que luchan por la vida: por sus tierras.
Será que al igual que el siervo de Elíseo se le permitió ver con otros ojos y ver
16 “chalecos azules”? será que los ángeles en estos actos de solidaridad se
colocan los “chalecos azules”?Espero profundamente que lo entienda, que está
peleando y reclamando lo que no le pertenece, que su pelea no es con los
campesinos de El Guayabo, sino con Dios, su creador, su hacedor, que también le
ama. Y finalmente creo que Sí que en las matemáticas divinas 14 es 16.. ¡y más!
ALIX LOZANO
[1] Equipos Cristianos de Acción por la Paz, quienes acompañan (hacer
presencia) con comunidades campesinas en el Magdalena Medio en Colombia.
[2] Embarcación pequeña con cubierta y motor y que es uno de los medios
de transporte por el río.
[3] Es la referencia a los chalecos de color azul distintivo de ECAP