Os
11,1-18 – Is 49,14-15 – Gn 2 - Lc.
13-34
El rostro
femenino de Dios
Hemos estado reflexionando sobre la imagen que tenemos
de Dios, esa imagen que se nos ha presentado a través de la historia.
Sabemos que en cada teología se expresan ideologías,
intereses, necesidades, experiencias… No hay teología neutral; La teología que
ha predominado “se ha caracterizado por ser andro-céntrica (centrada en el
varón) y antropocéntrica (centrada en el ser humano) y ha configurado una
cosmología y una cristología desde la lógica patriarcal. Es decir, que al
imponer una imagen patriarcal de Dios, justifica un sistema igualmente
patriarcal” (Lucía Ramón).
Hace falta una teología que, partiendo del Texto de la
Creación (Gen 1), descubra y desarrolle un proyecto de cooperación, cuidado y
amor mutuo, de responsabilidad con el resto de la creación, que promueva el
bienestar integral de todas las personas (Shalom); una teología que promueva
una convivencia justa, responsable, equitativa, amigable con el ambiente… que
nos permita vivir sencillamente, con el mínimo necesario, y promueva la paz. “Esta
teología ayudará a retejer el mundo, sanar las heridas y reconectar la trama
rota por una lógica de desigualdad y dominio”2.
No se trata de proponer una teología feminista, que le
dé vuelta a la tortilla y que proponga que la mujer domine el mundo, sino de
descubrir una imagen de Dios más completa.
En el Antiguo Testamento podemos notar que se presentan
imágenes masculinas de Dios, éstas imágenes responden o justifican una forma de
vida o intereses: para un pueblo guerrero, un Dios Guerrero; para la sed de
venganza, un Dios Vengador y rencoroso; para justificar la ira, uno Iracundo; para
justificar la dominación y la acumulación de poder, un Dios Lejano, Poderoso...
Las Iglesias cristianas viven y se organizan desde una
imagen masculina de Dios. Y esto provoca injusticias con las mujeres.
“Cuestionar esto es complejo porque no es sólo
cuestión de cambiar una imagen masculina de Dios por una imagen femenina. El
proceso es más complicado y requiere abrir nuestra sensibilidad a una
perspectiva plural e inclusiva”.Ivone Guevara
Dios no tiene sexo pero sí una cara histórica
masculina. Los hombres han hecho una imagen de Dios a semejanza suya; y las
mujeres han tenido un Dios con cara de hombre. Jesús mismo conoció este modelo y
vivió en él, aunque no actuó de acuerdo con él, sino que nos mostró un rostro
diferente de Dios, con ello cuestionó y criticó el existente. Sin embargo, pese
al testimonio de Jesús, ha sido el modelo de poder recibido en el cristianismo
y que nos ha llegado a nosotros/as. Ivone Guevara
Por eso ahora vamos a reflexionar sobre el Rostro
femenino de Dios. Suena un poco raro, pero Dios tiene también un rostro
femenino, por así decirlo.
El génesis nos cuenta que Dios nos creó a su imagen y
semejanza, hombre y mujer nos creó. Entonces, además de que tenemos la misma
dignidad, hombre y mujer, como pareja somos imagen de Dios, por lo tanto Dios
tiene también características que se atribuyen preferencialmente a la mujer.
Este es el rostro femenino de Dios. Veamos
¿Cuáles son características propias de las mujeres? o
dicho de otro modo ¿Cuáles de nuestras características nos hacen parecernos a
Dios? (La ternura, la compasión, la sensibilidad, la paciencia, la comprensión,
la capacidad de encontrar soluciones y de adaptarse a diferentes situaciones,
el amor incondicional, la resistencia, la fortaleza (distinto de la fuerza
física), la sabiduría para aconsejar y acompañar, el don de enseñar, la maternidad,
el cuidado hacia otras personas y seres vivos…) Aportes de la comunidad.
¿Dónde encontramos esas características mencionadas en
la Biblia al referirse a Dios? Si ponemos atención, las encontraremos en muchas
partes, aquí sólo vamos a ver algunas: Oseas nos dice (11,1) “Cuando Israel era niño, yo le amé, de
Egipto yo llamé a mi hijo”. (3) “Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por
los brazos, pero ellos no conocieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas
humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un
niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer”. ¿No nos
hablan estos versículos del amor de Dios y de su ternura, de cuidados
maternales? Estos textos nos hablan de un Dios que ama a sus criaturas, que está
pendiente de sus necesidades, nos hablan de comprensión, de perdón, del cuidado
de ls hijs?
Isaías (49,14-15) también nos lo muestra así: “Pero dice Sión: «Jehová me ha abandonado,
el Señor me ha olvidado.» - ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin
compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo
no te olvido. Jehová se compara con una madre”.
Lucas también nos dice: “…Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo
de sus alas”. Estas imágenes difieren enormemente de aquellas de Dios con
rostro de varón.
Por otra parte, a pesar de vivir en una cultura
tremendamente machista, la predicación de Jesús contiene un lenguaje inclusivo,
con alusiones femeninas que nos muestran la imagen de Dios Padre-Madre. Además, Jesús dijo que
quienes le conocen a Él, conocen ya a Dios; y los Evangelios, al hablarnos de
Jesús, nos dicen que es compasivo, misericordioso, solidario, todo amor y todo
perdón, nos dicen que Jesús llora, que cuida de su comunidad y de la humanidad,
como un Buen Pastor; los Evangelios nos cuentan también que Jesús defiende a la
mujer, la coloca en el centro, la sana y la hace colaboradora suya; sabemos que
en el grupo que le seguía había también mujeres. Por tanto, esas cualidades de Jesús, que
normalmente son atribuidas a las mujeres, nos muestran a un Dios que no sólo tiene
un rostro masculino, sino que tiene también un rostro tierno, misericordioso,
compasivo, sensible, cuidadoso de quienes dependen de él, y estos son los
atributos con los que nos ha dotado a las mujeres.
Por otra parte, después de resucitar, Jesús envió a unas
mujeres proclamar, por primera vez, la Buena Noticia de la Resurrección, ¡fueron
mujeres las que dieron el primer anuncio! Ello demuestra que las toma en cuenta
y que para él son tan valiosas como los apóstoles.
Todo esto nos invita a mirar a Dios no solo con un rostro
masculino, sino de una manera más amplia: rostro masculino y femenino. Y si una
imagen masculina de Dios trajo como consecuencia una cosmología de dominación,
injusticia y discriminación del hombre hacia la mujer; como consecuencia, el descubrir
un rostro más pleno de Dios, nos anima a transformar las relaciones de poder y
de dominio. No es sólo cuestión de lenguaje, sino de contenido. No
basta con “disfrazar” el lenguaje, añadiendo por ejemplo lo femenino a lo
masculino, ni sustituyéndolo. Sería cambiar de cara pero con las mismas
estructuras mentales; no cambia el corazón de la cuestión.
Dios nos invita construir un mundo con nuevas
relaciones entre hombres y mujeres, relaciones de respeto, de
complementariedad, de amor, equidad, colaboración mutua…, relaciones que nos
lleven a la justicia, la armonía y la paz.
Cerremos un momento los ojos pidamos perdón por
nuestra mentalidad patriarcal y pidámosle a Dios por nuestra conversión, por un
cambio de relaciones entre hombre y mujer, por una relación en comunidad, para
que podamos hacer un mundo más justo, más equitativo, que refleje nuestra fe en
Dios, Madre-Padre, justo, compasivo, sensible, cercano, que ama a sus hijos e
hijas por igual.
Enviado por:
SILVIA FLORES (GUATEMALA)
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