Preparándonos
para un Ministerio de Compasión
Pasadas las 16 hrs.,
“hora del mate” (como solemos decir afablemente en Argentina),
nos encontrábamos conversando, mate por medio por supuesto, entre
amigas. Pronto nuestra conversación llegó a un tema que no podía
esperar: la dolorosa situación de “Helena” (cambiaré los
nombres por obvias razones), una mujer vecina del barrio, a quien
“Mario”, el esposo, había golpeado la noche anterior. Ese día
muy temprano, casi de madrugada, “Helena” tocó la puerta de casa
de “Marta”, una de nosotras, pidiendo ayuda y refugio. “Helena
tenía miedo que al despertar “Mario” arremetiera contra ella
nuevamente”, nos relató nuestra amiga “Marta” quien la
hizo entrar rápidamente –no podía esperarse menos de “Marta”,
mujer de puertas abiertas- recibiéndola y abrigándola de
inmediato. De pronto “Marta” hace una pausa silenciosa en su
relato y ella, a quien los vericuetos y vicisitudes de la vida han
hecho fuerte y con una templanza admirable, se quiebra y rompe en
llanto: era el llanto de la misericordia, el llanto de quien siente
el dolor de la otra y del otro, el llanto de aquella a quien su
propia fuerza no le impide unir lágrimas al sufrimiento que toca a
su puerta, pues es quizá su propio dolor, ese que ha amasado a lo
largo de toda su vida, el que ahora le permite ser compasiva…
Lamentablemente en
nuestro contexto Latinoamericano, a pesar de los esfuerzos hechos en
cuanto a la defensa de los DDHH en perspectiva de Género, estas
historias siguen siendo el “pan de cada día”. Casos como el de
“Helena” y otros que se presentan con diferentes e innumerables
tipos de violencia, algunos muy sutiles pero no menos lesivos, siguen
tocando a nuestras puertas hoy….Y QUÉ HACER??
Frente a similares
problemáticas surge en 2006 la pregunta: “¿Cómo pueden
nuestras congregaciones atender mejor las necesidades de nuestras
mujeres?”, la cual fue propuesta a 12 mujeres por Mennonite
Women USA. Por medio del proceso grupal y de mutuo cuidado que
vinculó de especial manera a estas 12 mujeres se originó el
material titulado “Cuidándonos entre mujeres: preparándonos
para un Ministerio de Compasión”. Dicho material
posteriormente devino en experiencias de Taller realizadas ya en
varios países de América Latina, versión del cual disfrutamos los
días 16 al 18 del reciente mes de Agosto en Bragado, Buenos Aires-
Argentina. Y así, con expectativa, anhelos, sueños compartidos y
mucha esperanza, llegamos a Bragado mujeres pertenecientes a diversas
Comunidades e Iglesias desde diferentes ciudades y localidades de
Argentina, Brasil, y Estados Unidos. Mujeres que soñamos horizontes
nuevos, donde la paz y la justicia se besen, donde la solidaridad con
la vida nos permita construir sociedades libres de opresiones y
violencias de todo tipo, donde nuestras mujeres, niñas, niños y
jóvenes puedan sentirse abrigad@s, incluid@s, cuidad@s...Horizontes
nuevos en donde otro mundo, con cielos abiertos y tierras sin
cercados ni fronteras, sea posible….Allí estuvimos, unas y otros,
y entre los unos y las otras bendiciéndonos porque fue encuentro de
hermanas, de amigas, de compañeras y al mismo tiempo oportunidad
para recibir el amoroso cuidado de algunos hermanos, compañeros y
esposos que quisieron aportar su servicio voluntario en tareas como
la de servir las mesas, la limpieza, la cocina y en hacer todo lo
necesario para que pudiésemos sentirnos cómodas y disfrutar
plenamente del Taller. Cuán alentadores signos de igualdad y
solidario amor pudimos vivenciar allí! Sin duda, otro mundo es
posible, sin violencia y con equidad...
….A propósito,
aquella tarde, justo a la “hora del mate”, ante las lágrimas de
“Marta” por el dolor de “Helena”, sólo teníamos a mano un
silencio reverente y nuestro sororo abrazo para acompañarla…Parecía
poco ante su angustia…Seguramente en ese momento el sentimiento de
impotencia intentó paralizarnos a más de una…Quizá el miedo
buscó apoderarse de alguna de nuestras voluntades…O tal vez la
bronca que producen todas las violencias quiso instintivamente
perderse y enquistarse en forma de odio, rencor y deseo de venganza
en alguno de nuestros corazones…Pero estábamos allí, enjugando
esas lágrimas producto del quebranto de una mujer en cuya vida la
COMPASIÓN se ha hecho semilla fructífera, semilla que
sana y se multiplica pues, quienes conocemos a “Marta”,
podemos afirmar que ella ha sido abrazada por la Compasión y en ese
abrazo sanada para ofrecer de la misma Compasión… Esa compasión
que vence nuestras parálisis y nos empodera para abrir
puertas…aquella que nos permite superar los miedos y hacer frente
a las injusticias…aquella que nos invita a no conformarnos
solamente con la protesta y el enojo que todas estas injusticias nos
producen, sino a ir más allá en busca de estrategias para
acompañar-nos en tantas situaciones de dolor y muerte que flagelan
nuestras Comunidades y para transitar así juntas y juntos caminos de
paz con justicia y equidad….Aquella tarde, como en el Taller,
pudimos constatar que para iniciar esta caminada es fundamental e
imprescindible que la GRACIA DE LA COMPASIÓN sea sembrada y
cosechada en nos y entre nos.
Gracias a Dios
Padre-Madre por su Compasivo Amor…Gracias amigas, gracias hermanas,
gracias compañeras y compañeros de la vida en quienes sentimos esa
Providencial, Incondicional y Sanadora presencia…De especial manera
gracias a la entrega, visión, ministerio y buena voluntad de
nuestras amadas hermanas Carolyn Heggen, Rhoda Keener, Berni Kaufman
y Linda Shelly, quienes facilitaron esta versión de Taller en
Bragado y continúan cruzando fronteras para seguir sumando y
compartiendo generosamente su amor, vivencias, experticias,
sabiduría, unción y aprendizajes en este Ministerio de
Compasión: a través de sus preciosas vidas fueron llenas de
aceite nuestras lámparas! Agradecida con las compañeras y
compañeros de equipo con quienes soñamos que este Taller fuera
posible en Argentina, de no haber soñado juntas y juntos no habría
sido posible concretarlo. A la hermosa Comunidad Iglesia
Anabautista Menonita de Buenos Aires que con tanta compasión y
misericordia ha acunado mis procesos y, acompañándome el camino,
ha compartido mis alegrías y puesto bálsamo a mis heridas, mi
entrañable amor y gratitud. Y, a nombre de quienes disfrutamos de
tan rica y liberadora experiencia, gracias a la Red de Misiones, a
Mennonite Women USA, al Congreso Mundial Menonita, al Movimiento de
Teólogas Anabautistas de América Latina (MTAL), a la Región
Centro de las Iglesias Menonitas de Argentina (IEMA), y a todas y
todos las hermanas y hermanos que apoyan este Ministerio, por su
respaldo y oración.
“Tres veces he
pedido al Señor que aparte de mí este sufrimiento, y me ha dicho:
«Mi amor es todo lo que necesitas, pues mi poder se muestra
plenamente en la debilidad»” (1°Cor. 12:8-9).
“Cuando empiezas
a avanzar para ser una presencia sanadora, solo hay un lugar donde
comenzar: contigo misma” (Susan C. Cutshall y James E. Miller).
Patricia
González, Iglesia Anabautista Menonita de Buenos Aires-Argentina
RHODA, PATRICIA, ESTER, GRACIELA, BERNI, AURORA, CAROLYN Y GLADYS
RHODA, ESTER, CAROLYN Y PATRICIA
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